El cuadro es tan falso que se ha convertido en un auténtico problema. Tanto, que algunas de las instituciones que han participado en su no descubrimiento prefieren ni mencionar el asunto. Ahí está la Fundación Thyssen-Bornemisza, depositaria inicial de la obra y autora del informe que descartó su autenticidad, donde un portavoz que apenas se comunica con correos electrónicos insiste en pasar la patata caliente de la transparencia a la Agencia Tributaria. Al fin y al cabo, fue Hacienda quien encontró el cuadro en 2014 en la caja fuerte del banco de un ciudadano de Antequera y el que dio credibilidad a que el lienzo pudiera ser uno de los dos óleos verticales de la serie de cipreses que Van Gogh firmó en 1889 durante su estancia en el manicomio de Saint-Rémy.

La Guardia Civil, por su parte, argumenta que sus agentes se encargaron del embalaje y el transporte hasta Madrid, y poco más. Ni siquiera el auto del Juzgado Mixto número 1 de Antequera al que ha tenido acceso La Opinión de Málaga, que cerró provisionalmente el misterio en junio del año pasado, arroja luz sobre los pormenores de un caso que se vendió como un bombazo informativo aderezado con los ingredientes de un robo histórico para alimentar al monstruo del bochorno internacional. El documento judicial, que no nombra al presunto cuadro, ni al supuesto autor ni el hipotético delito por el que se abrió la causa, basa el carpetazo en «la valoración y el estudio de materiales» realizado por los expertos del Thyssen, punto de ida y vuelta del oscuro bucle informativo de las fuentes oficiales. Sólo el Ministerio de Cultura ha dado la cara sobre la investigación que desencadenó la operación que la Agencia Tributaria lanzó hace dos años para buscar en las cajas fuertes de los bancos de medio millar de evasores fiscales parte de los 300 millones de euros que le debían.

Investigación. Durante unos de los registros que se hizo en una sucursal de Antequera, los inspectores localizaron un cuadro de 35x32 centímetros. El dueño del tesoro lo identificó bajo el título Ciprés, cielo y campo que atribuyó a Vincent Van Gogh. Luego dijo que no era de su propiedad, sino de un empresario venezolano amigo suyo y que él únicamente lo custodiaba. Un sello del Museo Nacional de Ámsterdam fechado en 1944, otro del Bellas Artes de Berlín sin datar y un tercero del Instituto de Historia del Arte de la Universidad de Viena precintado en 1974, los tres en la parte posterior del lienzo, hicieron temblar las piernas a los inspectores. El caso pasó al Ministerio de Cultura, cuyas fuentes explican que tanto la Guardia Civil como la Agencia Tributaria realizaron requerimientos de expertización de forma casi simultánea. «El ministerio desplazó a una restauradora hasta Antequera para que embalara adecuadamente la pintura y la trajera a Madrid. Se trataba de que fuera examinada en el Museo Thyssen pese a que ya a la simple vista de las fotografías parecía que se trataba de una falsificación», aseguran. En el museo, añaden, no quedó ninguna duda de que «carecía absolutamente de valor» y de que no se trataba de ningún Van Gogh.

Sin embargo, el bombo inicial cruzó los Pirineos sin que fuera para bien. La noticia llegó a Alfred Weidinger, subdirector de la prestigiosa Galería Belvedere de Viena y una eminencia sobre Van Gogh. Días después de la noticia del hallazgo, Weidinger fue más explícito en el periódico alemán Die Presse: «Es una de las peores falsificaciones, o mejor dicho, copias que he visto en mi vida. La ha debido hacer un pintor amateur basándose en una pequeña imagen de calendario del Metropolitan». Weidinger, que tampoco daba credibilidad alguna a los sellos, se refería a Cipreses (1889), el óleo de 93,4x74 que pertenece al museo neoyorquino desde 1949 tras comprárselo a un coleccionista particular. Desde entonces no ha sido denunciado su robo. Tampoco el de la otra versión vertical comparable al hallazgo de Antequera, que es Camino con ciprés bajo cielo estrellado y del que están muy orgullosos en el Museo Kröller-Müller de Otterlo, en Holanda.

Pese a que oficialmente el cuadro es falso, el misterio no cesa. Si el Ministerio de Cultura asegura que la obra fue devuelta a Andalucía, otras fuentes no lo ven tan claro, ya que les consta que la Agencia Tributaria recibió en octubre del año pasado, cinco meses después del archivo provisional de la causa, una notificación del mismo juzgado de Antequera en la que se advertía de que no había lugar a la entrega de la obra a su depositario por existir una investigación policial abierta sobre él.