Los agentes de Asuntos Internos de la Guardia Civil han dado una nueva vuelta de tuerca a la investigación sobre el asesinato de Lucía Garrido, cuyo cadáver fue hallado en abril de 2008 apuñalado y con un fuerte golpe en la cabeza en la piscina de su casa de Alhaurín de la Torre. Si a finales del pasado mes de enero el ADN hallado en la escena del crimen hace ocho años permitió identificar y detener en Mijas a un hombre apodado El rana como presunto autor material del crimen, una semana después fue arrestado en Alhaurín el Grande el exagente del cuerpo A.P.L. por su presunta implicación en el crimen cuando era guardia en Coín. Esta semana le ha llegado la hora a otros dos hombres a los que los investigadores implican en el crimen, tal y como adelantó ayer la edición digital de La Opinión de Málaga en la que también se avanzó que los últimos arrestados son otro exmiembro del instituto armado y una persona a la que vinculan con el narcotráfico. Según fuentes cercanas al caso, ambos se encontraban incomunicados en dependencias policiales a la espera de que fueran puestos a disposición judicial.

Hasta hace algo más de un mes, el único imputado en este rocambolesco caso era M.A.H., expareja de la fallecida, que en 2013 fue acusado de homicidio gracias a que un juez reabrió el caso, que poco después del crimen se archivó por el dudoso trabajo que hizo un grupo de agentes al que vinculan con M.A.H. Esto llevó al magistrado del Juzgado número 1 de Violencia de Género de la capital a encargar la investigación a la Policía Nacional, cuyo Grupo de Homicidios de la Comisaría Provincial de Málaga no tardó en emitir un informe que señalaba a la expareja como el inductor de un crimen que están convencidos de que se cometió por encargo.

Las nuevas diligencias reflejaban una trabajada coartada de M.A.H. que lo situaba en un pueblo de Cádiz el día del crimen, pero también destacaban su odio hacia la víctima, su gran interés por recuperar la casa que un juez le había dado a ella tras la separación, o cómo presumía de conocer a personas que podían cometer un crimen y su insistencia en decir a su entorno que lo haría.

Durante esta segunda investigación también se detectaron otras supuestas irregularidades en el Seprona de Málaga que en febrero del año pasado llevaron a los agentes de Asuntos Internos de la Guardia Civil hasta Algeciras. Allí detuvieron a un capitán que durante muchos años lideró el grupo en Málaga como teniente. Sus propios compañeros de Asuntos Internos lo acusaron de los presuntos delitos de falsedad documental, omisión del deber de perseguir delitos, tráfico de influencias y falso testimonio.