Cada una de las mujeres que han encarnado desde 1951 a la Virgen María en el Paso de Riogordo guardan sus propias vivencias y anécdotas, pero todas coinciden al recordar la emoción, los nervios y las lágrimas "de verdad" por la intensidad de algunas escenas.

Más de medio millar de vecinos de los 3.000 habitantes de este pueblo malagueño actúan y han conseguido con su tesón que esta representación de la Pasión que se celebra cada Viernes y Sábado Santos haya sido declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía y haya alcanzado una dimensión internacional.

Una de las más veteranas es Carmen Martín Díaz, que hizo el papel durante siete años hasta 1974, cuando se casó y se trasladó a Barcelona, donde vive ahora y sigue promocionando el Paso.

"Mi primer papel fue como criada de Caifás, pero en el segundo año ya me probaron como Virgen y parece que di la talla", recuerda a Efe Carmen, en unos años en los que los micrófonos aún no eran inalámbricos y debían ser camuflados entre las túnicas.

Carmen era peluquera y también la telefonista del pueblo, encargada de conectar con las clavijas de su centralita a los poco más de veinte vecinos con teléfono entonces, por lo que cuando iba a ensayar debía dejar al cuidado de esa tarea a su padre o a sus hermanos.

En años en los que arreció el frío, algunos actores lo combatían con coñac, pero Carmen rememora cómo "a los romanos, con sus faldas cortas, les temblaban las piernas y a uno, de tanto tiritar, se le cayó la barba postiza".

También a principios de los 70, Josefa Luque interpretó a la Virgen cuando sólo tenía 14 años, pese a que su hijo en la ficción, Jesucristo, "era el maestro del pueblo y mucho mayor".

Actuar en un escenario de 10.000 metros cuadrados al aire libre dificultaba las cosas en los años con lluvia, como un año en el que sus sandalias se rompieron y "fue una proeza andar por el barro sin caerme", según Josefa, que ahora vive en Madrid.

"Con la lluvia y todos los cables de los micrófonos por el suelo, todavía no sé cómo no nos electrocutamos", afirma Josefa, que guarda buenos recuerdos de los ensayos, entonces en el cine del pueblo.

A finales de esa década de los 70, a Obdulia Sánchez, ahora afincada en Orihuela, el director del Paso le ofreció el papel cuando hasta la entonces Virgen se fue a vivir fuera de Riogordo.

"Es un orgullo, y a mis hijos y a mis compañeros de trabajo les sigo hablando del Paso", señala Obdulia, que tuvo el momento más duro bajo una tromba de agua que acabó con todo su maquillaje.

En los primeros 80, Rosa María Cordero obtuvo el papel tras ofrecerse a los responsables del Paso, que inicialmente la veían "muy joven", y para ella tuvo un significado especial.

"Soy cristiana evangélica, y en aquellos años nos veían como unos bichos raros y pensaban que no creíamos en la Virgen, pero sí creemos en ella, aunque no la adoramos porque pensamos que, según la Biblia, sólo hay que adorar a Dios", ha explicado.

En el capítulo de anécdotas, el año que el Paso fue grabado por una televisión china cuyo equipo utilizaba unos artefactos "con pelos largos que no sabíamos qué eran, y resultaron ser micrófonos".

La Virgen más longeva ha sido Inmaculada Gavilán, que comenzó a mediados de los 80 y mantuvo el papel durante más de veinte años, aunque asegura a Efe que, pese a la experiencia, "los nervios seguían siendo los mismos que la primera vez".

Llegó a actuar embarazada de cinco meses, aunque la túnica holgada lo disimulaba, y en su larga etapa hubo escenas de gran dramatismo en las que hubo que guardar las formas: "En la despedida en el pozo, a un apóstol se le cayó una sandalia, que salió volando, y tuvimos que aguantarnos la risa".

Gema Bravo, Virgen de Riogordo durante cinco años a partir de 2005, es quizás la única que se dedica profesionalmente al mundo escénico, ya que es profesora de danza.

"En el momento en que descendían a Jesús de la cruz y lo veía muerto, lloraba de verdad, porque estaba muy metida en el papel de madre, no lo podía remediar y me superaba", ha señalado Gema, que cree que "lo más bonito es que esto salga adelante con gente no profesional".

Desde 2013 interpreta a la Virgen Cristina Bayo, quien coincide con Gema en que salen las lágrimas "naturalmente", en su caso además porque quien encarna a Jesús es su tío, lo que hacen "más emotivos la despedida o el descendimiento de la cruz".