«A las siete de la mañana me pidió ayuda mi suegro, que es el que vive en la urbanización Doña Ana. Tardé lo mínimo que pude en ir desde Benalmádena, donde yo resido, y me encontré todo inundado. Más que nunca. Ya nos habían dicho que esta vez el agua estaba subiendo más rápido que otras veces. Que no les había dado tiempo a poner las compuertas con el yeso y mucho menos a esperar a que se secara. Lo triste, lo más doloroso, es que aquí nadie limpia el río. Se podía haber evitado la catástrofe, porque otras veces ha llevado mucha más agua». Es el relato de Mario, protagonista inesperado de las portadas de ayer.

«Lo último que imaginas es que una foto tuya, tomada en ese momento te convierta en noticia. Me la hicieron pasadas las diez de la mañana y de nuevo llovía fuerte. La de veces que este lunes he tenido que explicar lo del paraguas. Muchos se preguntaban que llevando el agua hasta la cintura andase así y a todos he tenido que decirles lo mismo, que trataba de no mojarme el resto del cuerpo. No dejaba de llover», argumentaba a última hora de ayer este benalmadense.

Considera además que es hora de que todas las administraciones se pongan de una vez de acuerdo y acaben con las inundaciones. A la hora de «hacerse la foto», todos los políticos «tardaron poco en visitar Doña Ana». Pero argumenta que para limpiar los cauces de los grandes ríos, «nadie se hace cargo de la realidad de estas áreas».

«¿Por qué llegó el domingo un camión municipal con el yeso pasada la una de la tarde? Si había alerta roja y se sabía que iba a llover mucho, por qué no lo dejaron la tarde anterior», se pregunta Mario. E insiste: «Llevo seis o siete años viniendo a casa de mis suegros y es siempre lo mismo», se queja.

Acostrumbrarse a la catástrofe. Las lluvias de este fin de semana en Cártama pueden recordar a las de septiembre del pasado año. Por entonces ya se inundó Doña Ana. Mario denuncia que también resulta bastante dramático que todo el vecindario se haya acostumbrado a vivir con la catástrofe.

«Hay vecinos de mis suegros a los que esta crecida del río les va a costar reponer todos los electrodomésticos. De dos a tres mil euros que no tienen. O a mis propios suegros, que cultivan naranjas en ecológico de las que se recogen en febrero o marzo, estas inundaciones les costarán pérdidas millonarias». Así relata muchos de los dramas familiares que se repiten una y otra vez. Finaliza con que todas estas pérdidas se habrían evitado con limpiezas preventivas.