­Desde el siglo XVIII, este pueblo de la Sierra de las Nieves, inicia la Navidad de una manera única en toda la provincia malagueña. Como dispone la tradición, la víspera de la festividad de Santa Lucía, los agricultores agradecen la cosecha procesionando a la Divina Pastora por sus moriscas calles, entre villancicos y la magia del fuego.

Y le rezan para que el siguiente año la cosecha y la producción sea aun mejor.

Los rondeles de esparto que han servido para exprimir las aceitunas se enrollan y se pinchan en una horca de labranza. Posteriormente, son bendecidos, prendidos e izados. Más de treinta rondeleros, ataviados según la tradición, acompañan la imagen de la virgen iluminando con fuego su caminar desde la Ermita de la Veracruz hasta la parroquia de Santiago, en una procesión con una duración de más de dos horas.

Hermanamiento

En una tertulia, «dimos en internet con una fiesta que tenia similitud con la nuestra: El Vítor de Mayorga, en Valladolid. Contactamos con el Ayuntamiento de la localidad y decidimos diecinueve moriscos compartir con ellos su fiesta que se celebra el 27 de septiembre»,relata Francisco Flores, presidente de la Asociación Amigos de los Rondeles que desde 1993 organizan esta festividad de acción de gracias junto al Ayuntamiento y la Iglesia.

El Vítor de Mayorga rememora la llegada al municipio de una reliquia de Toribio Alfonso de Mogrovejo, santo oriundo de Mayorga, hijo ilustre y patrón del municipio.

La reliquia llegó de noche por lo que los vecinos alumbraron el camino con antorchas siendo estas sustituidas, años más tarde, por pellejos de vino antiguos colgados de palos.

«Este 12 de diciembre una delegación de Mayorga se desplazará hasta Casarabonela, para conocer nuestro pueblo, nuestras costumbres y la procesión de Los Rondeles», explica Francisco Flores.

Antes de la procesión, Alberto Magdaleno, alcalde de Mayorga, y Antonio Campos, su homólogo de Casarabonela, presidirán el acto de hermanamiento entre los dos pueblos unidos por la fascinación y el poder de atracción del fuego en sus respectivas festividades.

Villancicos centenarios

Una vez concluya la procesión, los rondeles se terminan de quemar en la plaza junto a la iglesia de Santiago. En medio de un ambiente festivo, vecinos y asistentes degustan entonces tostones, churros con chocolate, los típicos buñuelos de viento y tostadas con ajo y aceite acompañados por la alegría de las pastorales que han acompañado a la Virgen en su caminar de fuego y agradecimiento.

Casarabonela conserva «villancicos centenarios, con tonás muy distintas a las que se oyen hoy día y se han ido pasando de padres a hijos. El villancico Cantemos al nacimiento apunta a que tiene más de 300 años», asegura Francisco Flores.

Los villancicos moriscos también se diferencian por el sonido de la denominada castañuelas moriscas, compuestas por dos pequeñas tablitas de madera.

Uno de los objetivos de Asociación Amigos de los Rondeles de Casarabonela es recuperación y difusión de villancicos y por ende organiza y colabora en distintas pastorales y desarrollan «jornadas escolares para inculcar no solo la fiesta, sino explicarle que es un rondel, su uso y su historia además de estimularlos para que formen parte de la pastoral infantil. Entendemos que es la única manera de perpetuar la fiesta», concluye Flores.

@josemisepul