La Fiscalía Provincial de Málaga pide un total de 17 años de prisión para cada uno de los dos acusados por acabar con la vida de un hombre con el que tuvieron una pelea días antes del crimen. Fueron a buscarlo a su finca, ubicada en Antequera, con una escopeta en la tarde del 7 de noviembre de 2015, le dispararon tres veces pero sólo lograron herirlo en la pierna, y luego la emprendieron a culatazos con la víctima. La violencia de los golpes fue de tal intensidad que rompieron la culata del arma en varios trozos. Los encausados, que son hermanos, están procesados por homicidio y allanamiento de morada y tenencia de armas prohibidas.

Así, sobre las siete y media de la tarde del 31 de octubre de 2015, «se produjo un grave enfrentamiento en la calle Esparteras de Cuevas Bajas entre dos numerosos grupos de personas, familiares entre sí, entre los que se cruzaron todo tipo de insultos y amenazas, en particular el acusado A. J. J. amenazó repetida a la víctima, J. C. M.», dice el fiscal.

Minutos más tarde, en las inmediaciones del cuartel de la Guardia Civil de Cuevas Bajas, junto a un asador de pollos, el hermano del acusado, también procesado en esta causa, F. J. J., «fue agredido por, al parecer, varias personas que le causaron lesiones de cierta gravedad, por las que el agredido interpuso denuncia, al día siguiente, en la que manifestó que creía que uno de los agresores era una persona conocida como el Moro», es decir, supuestamente la víctima. Por estos hechos se abrió otra investigación penal.

En los días posteriores, los hermanos se pusieron de acuerdo para acabar con la vida del perjudicado y, para ello, se hicieron, de modo que no consta, con una escopeta de un solo cañón de la marca Mundial, de la fábrica de Gaspar Alzaga, del calibre 12/70, que había sido robada meses antes en Málaga. Entonces, se hallaba inutilizada para ser disparada, pero los dos encausados la manipularon para que fuera apta para su uso con, al menos, 20 cartuchos del calibre descrito o con perdigones.

A las seis de la tarde del 7 de noviembre de 2015, los acusados se personaron en un cortijo ubicado en la carretera que une Alameda y Villanueva de Algaidas, a ocho kilómetros de Antequera, donde vivía el perjudicado solo. Su jornada laboral terminaba a esa hora, dato conocido por los encausados.

Estacionaron en un camino terrizo el coche, saltaron la valla de la finca y se dirigieron a casa del perjudicado con su escopeta. «Con su superioridad numérica y la posesión el arma, reducían al mínima las posibilidades de defensa del fallecido, y facilitaban notablemente la comisión del crimen que habían planeado». Una vez llegaron a la puerta de la casa, como quiera que el morador se dio cuenta de lo que habían ido a hacer los hermanos, no les abrió la puerta, pero los acusados la emprendieron a golpes con ella hasta sacarla de los goznes.

«Una vez dentro de la casa, el hermano que portaba la escopeta efectuó un primer disparo contra el perjudicado, pero no le llegó a alcanzar de lleno», relata el ministerio fiscal. La víctima salió corriendo y los dos encausados comenzaron a perseguirlo a través del campo, por lo que el presunto ejecutor efectuó un segundo disparo contra el perseguido, sin que tampoco dieran en el blanco. Finalmente, con un tercer disparo consiguieron herirle de gravedad en la pierna izquierda. Ya con el perjudicado en el suelo, los acusados aprovecharon para «golpearle repetidamente y de manera particularmente brutal en la cabeza y en otras partes del cuerpo empleando a tal efecto la culata de la escopeta hasta romperla en varios trozos hasta que, finalmente, le ocasionaron la muerte».

El fiscal relata que, acto seguido, se dieron a la fuga y dejaron el cadáver a la intemperie. El cuerpo fue descubierto a las ocho de la mañana del día siguiente. El fallecido tenía 37 años, estaba casado y tenía tres hijos, todos menores de edad. Los hechos fueron calificados por la Fiscalía como un delito de allanamiento de morada en concurso ideal medial con uno de homicidio y tenencia de armas prohibidas.