La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) defendió este jueves un papel más activo de los jóvenes ante desafíos como el terrorismo y apostó por que los gobiernos incorporen sus puntos de vista en las políticas en esta materia. El rol de los jóvenes en la prevención de la radicalización y la construcción de sociedades más tolerantes, así como la ciberseguridad, son algunos de los asuntos que se debaten en la Conferencia de Juventud y Seguridad de la OSCE que se celebra hasta este viernes en Mollina.

El secretario general de la OSCE, Lamberto Zannier, dijo en su intervención que los jóvenes «no tienen un papel muy prominente», y les resulta difícil entrar en los órganos de decisiones, por lo que «se debe velar por incorporar sus puntos de vista». En alusión al atentado de Mánchester, en el que el presunto terrorista es un joven, al igual que muchas de las víctimas, Zannier apuntó que los jóvenes «deben ayudarnos a lidiar con estas cuestiones». La resolución 2250 del Consejo de Seguridad proporciona un «marco legal sólido para implicar a los jóvenes», añadió.

En el mismo sentido se pronunció el embajador de Austria ante la OSCE, Christian Strohal, quien indicó que los jóvenes quieren que se les incluya en el diseño de estrategias de lucha contra el terrorismo y es «responsabilidad» de los gobiernos involucrarlos en las medidas que se adopten.

En la inauguración de la Conferencia intervino la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Dolors Montserrat, quien afirmó que la juventud es «una fuente de oportunidades que bajo los liderazgos equivocados pueden convertirse en amenazas».

«Las decisiones que tomen los jóvenes afectan al futuro de la sociedad, la manera en la que practiquen el respeto, la tolerancia, la igualdad y la diversidad entre ellos marca el futuro de las sociedades», comentó. «Vuestra fuerza para cambiar las cosas no está en las palabras, sino en los actos. Es el idioma internacional contra la intolerancia, la desigualdad, la violencia y la discriminación», enfatizó dirigiéndose a los asistentes.

«Los jóvenes tienen la capacidad de cambiar a través de sus actos todo aquello que las generaciones más maduras a veces nos cuesta más. Me refiero a la intolerancia. La manera en la que se relacionan sin importar la religión, el color, la edad o la ideología es la muestra de que la intolerancia no es un valor del que se habla, sino que se practica», explicó Montserrat, que afirmó que «cuando hay intolerancia, luego viene un discurso de odio y después el radicalismo y la violencia».

En este sentido, señaló que «uno de los grandes retos como sociedad es la lucha contra la violencia de género». «Las estadísticas demuestran que la violencia machista está presente en las relaciones de pareja de jóvenes. El control de los teléfonos móviles, de las redes sociales, de la forma de vestir, de las amistades y, en definitiva, de la mujer, son conductas que aún existen y que tenemos que erradicar», recordó.

«Estamos reforzando la prevención en las aulas al incluir por primera vez la violencia de género, junto con la igualdad, como principio del sistema educativo y de forma transversal en asignaturas troncales y específicas desde las edades más tempranas», dijo.

Al tiempo, recalcó que «el desempleo juvenil también es uno de los retos más importantes que tenemos por delante. Los gobiernos tenemos que trabajar para que nuestros países sean capaces de generar oportunidades para todos los jóvenes». «Junto al empleo, la educación y el acceso asequible a la vivienda son los otros dos ejes claves que permiten a los jóvenes poder empezar a construir su proyecto de vida y empoderarse», reconoció.