La Junta de Andalucía decidió ayer ampliar una semana el plazo máximo establecido para el riego en la comarca del Guadalhorce. Según informaron fuentes de la delegación provincial de Medio Ambiente, los agricultores, muy preocupados por la falta de lluvias y el estado de los cultivos, podrán seguir suministrando aportes hasta siete días después del 30 de septiembre, que era la fecha en la que inicialmente finalizaba la campaña.

La ausencia de precipitaciones que arrastra la provincia, especialmente dura en esta zona, ha llevado al Gobierno andaluz a atender la petición de los regantes. Sobre todo, por las características del cultivo imperante en la comarca, que es de regadío y precisa, por tanto, un volumen mayor de agua.

La prolongación de la campaña supone un alivio para el sector, si bien no disipa completamente la preocupación de los municipios que dependen del sistema hidráulico del Guadalhorce, que ha rebajado en los últimos meses su caudal. De nuevo, emerge el fantasma de la sequía, que no sólo inquieta a los agricultores y ganaderos, sino también a la mayoría de las localidades del interior, que piden garantías para no tener problemas de suministro en los próximos meses.

De momento, los pantanos, que llegaron a rozar el tope hace tan sólo ocho años, están a menos del 37 por ciento de su capacidad. Una cifra que no se contabilizaba desde el inicio de la remontada, cuando las lluvias obligaron a acatar una política estricta de control y restricciones. Precisamente, en las próximas semanas se reunirá la mesa de la sequía para abordar la situación y estudiar la aprobación de posibles medidas correctoras.

Salvo la Costa del Sol, donde las precipitaciones fueron algo más generosas, la provincia de Málaga ha vivido un curso hidrológico muy endeble en cuanto a recogida de agua, lo que ha despertado la alarma. Especialmente, en las comarcas más dependientes de la economía agraria como Antequera o la Axarquía.