El viñedo malagueño no deja de perder peso en la agricultura, debido al empuje de los subtropicales en la Axarquía o del olivar en municipios como Mollina. Las cifras anuales facilitadas por el sindicato agrario Asaja no dejan lugar a la duda. La facturación global entre uva de mesa, la dedicada a la vinificación y la que generó la pasa en la comarca más oriental ascendió en 2017 a 3,45 millones de euros, frente a los 10,31 millones de 2007.

Dicha caída supone un descenso conjunto del 66%. El sector agrícola sostiene que sólo la reciente declaración internacional de la uva pasa como Sistema Ingenioso del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM), por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), podría evitar la desaparición de este histórico producto malagueño.

Por este motivo, alcaldesa y autoridades autonómicas han elevado la necesidad de establecer líneas de colaboración entre administraciones para compensar la caída de precios que está detrás de esta tendencia. De hecho, el kilogramo de uva pasa se situó el pasado año en una media de 2,80 euros, de manera que la facturación apenas alcanzó los 560.000 euros.

No fueron mejores tiempos para el resto de uvas recolectadas en la provincia. La de mesa generó 1,16 millones de euros y mantuvo su repunte la dedicada a la producción de vino, con 1,73 millones de euros, tal y como apunta el presidente de Asaja en Málaga, Baldomero Bellido. «Aunque hay algunas zonas, la comarca de la Serranía de Ronda es ejemplo, donde el vino mantiene la superficie dedicada a viñas. En Mollina o en determinados municipios de la Axarquía observamos la reducción progresiva de las parcelas dedicadas a este cultivo tradicional», reseña.

Los precios están detrás de la crisis de la uva. De hecho, la producción este pasado año se elevó hasta la barrera de los 4,6 millones de kilos frente a los 4,2 de 2015. Pero la facturación conjunta no ha dejado de caer, así como la superficie total. En 2010 la provincia tenía dedicadas a la vid un total de 5.400 hectáreas y actualmente quedan 3.800. Resulta paradójico que la uva pasa sigue en lo más alto de la superficie dedicada a las viñas, con más de un tercio del total, cuando en facturación global apenas aporta la séptima parte de los 3,45 millones de euros del cómputo de 2017.

Asaja ya lleva años alertando de la progresiva desaparición de este cultivo tan tradicional en la provincia. Pero lo cierto es que allá donde el regadío llega en la comarca de la Axarquía, incluso frente a la actual sequía y las dificultades que entraña la implantación de nuevas fincas, el aguacate y el mango son las amenazas directas para que viñedos y olivares sean sustituidos por esos nuevos cultivos. La facturación de los subtropicales en el entorno del litoral oriental no deja de crecer y el agricultor opta por variedades mucho más rentables y que requieren menos mano de obra.