Tras un accidente de parapente, Philippe, un rico aristócrata, queda tetrapléjico y contrata a Driss como asistente. Driss es joven, procede de un barrio humilde y ha salido recientemente de prisión. Es la persona menos indicada para el trabajo... A través de estos dos personajes, dos mundos que chocan y que habrán de entenderse para dar lugar a una amistad tan demencial, cómica y sólida, como inesperada. Este es el argumento, basado en una historia real, de Intocable, la película de Olivier Nakache y Eric Toledano que se ha convertido en el fenómeno cinematográfico del año en Francia y varios países europeo. François Cluzet es su coprotagonista, junto con Omar Sy, premio César al mejor actor por su papel en este filme.

Qué le convenció cuando leyó por primera vez el guión de Intocable?

Era la historia sobre dos personajes y el nacimiento de una amistad. Simplemente, la historia de dos hombres. No hay nada que me guste más que actuar para mi compañero. Y pude comprobar inmediatamente que, en el plató, Omar trabajaba del mismo modo, actuaba para mí.

¿Se planteó este papel de tetrapléjico como un desafío?

Sí, porque soy un actor que no se apasiona con el diálogo; me encanta actuar en silencio. Eso quiere decir que, habitualmente, necesito mi cuerpo para expresar cosas en lugar de las palabras. Pero, obviamente, en este caso podría no haber nadie. Así que, cuando no hay nadie, escucho, participo, y tomo lo que hay que tomar y río con aquello que es divertido. La complicidad entre Philippe y Driss tiene lugar de este modo. Por un lado, un personaje móvil; por el otro, un personaje inmóvil. Driss se convierte en mi cuerpo en cierto sentido.

Con Omar y los directores, fueron a encontrarse con Philippe Pozzo di Borgo, la inspiración para su personaje, en su casa de Mogadur. ¿Qué recuerda de esa visita?

Fue un tiempo sobrecogedor. Aquel encuentro intensificó mi compromiso con el film, el corazón que puse en la labor. Si mi papel hubiera sido el de un tetrapléjico sin rostro, forzosamente hubiera sido más complicado para mí. Contemplar a ese hombre en su mundo diario y escucharle hablar de su vida jugó un papel esencial.

¿Cómo se preparó para convertirse en Philippe?

Una vez que el talento de Omar me invitó a interactuar, en una especie de efecto rebote, el motivo por el que mi personaje le contrata se hizo evidente: mi labor consistía en tratar de olvidarme de mí mismo. De hecho, esa fue la razón por la que elegí este trabajo: te permite abandonarte. Jamás he tratado de ser más apuesto o más generoso, y mi personaje tiene sed de lo ordinario, incluso cuando se ve en una situación extraordinaria. Incluso cuando Driss sugiere experiencias que van más allá de los límites, Philippe las acepta porque no las conoce, como un chiquillo, porque quiere probarlo todo…

El peligro que hubiera podido haber en la pareja que usted constituye con Omar es la confrontación de dos actores actuando cada uno por su lado. En lugar de eso, es como una hidra con dos cabezas. No podemos ver a uno sin el otro… Esto se remite a lo que llevo diciendo desde hace años: La competición entre compañeros de interpretación se ha acabado, aquella época en que se tenía que generar una guerra fría en el plató para que la estrella aplastara a todos los otros. Pues, contrariamente a lo que los malos actores creen, no tenemos tanta responsabilidad. Los actores estamos sobrestimados, tan solo somos intérpretes, hemos de mantenernos clavados en nuestro lugar. Comencé como actor aficionado y no quiero convertirme en un actor profesional y establecido. Gracias al éxito que he tenido, que me ha proporcionado confianza en mí mismo, puedo regresar de nuevo al lado de los aficionados: la absoluta felicidad de compartir, de no actuar, sino de vivir. Desde esa perspectiva, Omar estaba en estado de gracia, igual que los directores, así que fue fácil para mí. También me vi arrastrado por la gracia de Philippe Pozzo di Borgo. Conozco a su hermana y le tengo afecto: era la diseñadora de vestuario en Janis y John. Por ello me enteré del accidente de su hermano. Luego, leí el libro que Pozzo escribió. Un hombre que dice que su mayor problema no es estar en una silla de ruedas, sino vivir sin la mujer que amaba y que falleció. Eso era lo que tenía que experimentar: la vulnerabilidad de un hombre huérfano de amor.

¿Cambió su opinión de Philippe a lo largo del rodaje?

El problema estaba en que íbamos a hacer una comedia, pero no iba a poder ser ridículo como sí que lo fui para mi mayor diversión en Pequeñas mentiras sin importancia (Les petits mouchoirs, ????). Tenía la carga de la minusvalía y tenía que mostrarme honesto con esa condición. Por lo tanto, no me podía mover, tenía que arreglármelas solo: escuchar todo lo que se decía, tener los sentidos alerta…

Philippe es alguien real, de tal modo que yo tenía que ser alguien real en cada situación. Y me había olvidado de que había sufrido. Su sufrimiento me sobrevino en tropel y me golpeó duro. Así que, antes de determinadas escenas truculentas en las que había dolor, me retiraba a un lado para prepararme y concentrarme, y comenzaba un ejercicio físico para olvidarme de mí mismo, con miras a sentir el sufrimiento del personaje. Aunque trabajar sin el concurso del cuerpo no significa que éste no sienta nada. El rostro tiene que expresar lo que sientes. Habitualmente, hago mis diálogos más cortos para interpretar con el cuerpo; aquí fue lo contrario.

¿Temía hacer algunas escenas?

No, aparte de la idea de tener que lograr esa noción de dolor de punta a punta. No estaba interpretándolo todo el tiempo porque esto es una comedia: teníamos que olvidarlo aunque al tiempo tenía que estar presente. Además, Philippe sufre dolores fantasma que nadie puede imaginarse: le duelen las piernas cuando se supone que no puede sentirlas. El guión de Nakache y Toledano se atreve a usar un estilo de humor inesperado al incluir a Hitler, famosos chistes sobre minusválidos… No se disculpan por optar por cualquier humor o emoción… Entendieron perfectamente que las únicas cosas que Philippe no soporta son la piedad y la compasión. No quiere ser educido a un estereotipo por su condición, ya que él no hace eso con los demás. Sabe que son afortunados de poder moverse, pero él es afortunado porque está vivo. Eric y Olivier fueron capaces de captar eso perfectamente en todo momento al optar por que la comedia lo impregnara todo