Impecable. Esa es la palabra que define la actitud, las contestaciones, el temple, el firme y digno enfrentamiento, involuntario, de la periodista Marta Nebot -sin d, como escribí por error la última vez que hablé de ella- y el ex ministro socialista con Felipe González, una especie de abotargada reina madre, chocha y pesada, José Luis Corcuera, sí, el de la ley de la patada en la puerta, otra chacha chocha que se une al pánico nacional liderado por Felipe y, envidiosa como ella sola, José María Aznar , que hablan del demonio morado, bolivariano e iraní -¿cómo esconderá Pablo Iglesias la coleta debajo del turbante? si por las fullerías del diablo llegara a gobernar.

En este ambiente de terror y amenaza algunos socialistas -imposible no esturrear la carcajada si el término hay que usarlo para hablar de Joaquín Leguina, tan caro en 13tv- se reunían el jueves en Madrid para comer. A la puerta del restaurante al que llegaba la vieja y acojonada guardia, críticos con su secretario general, Pedro Sánchez, un grupo de periodistas. Al rojo vivo dejó al lado la tertulia y conectó en directo. Nebot preguntó a Corcuera «¿es un encuentro habitual?» No, dijo el ministro irónico, lo ha pedido Pablo Iglesias, acusando a la periodista de ser de Podemos. Yo flipaba en casa. Marta dijo que era periodista de Telecinco -trabaja en el programa de Ana Rosa - y que sólo hacía su trabajo, y que pretendía saber si era una reunión habitual o excepcional.

¿Habitual?, eso lo dice usted, no ponga en mi boca lo que no he dicho, ¿me pide disculpas?, dijo un Corcuera fuera de órbita, desvergonzado y con malas pulgas, fullero. La reacción de Marta Nebot ante afrenta tan delirante fue impecable, demostrando, una vez más, su grandeza profesional. Enhorabuena.