El éxito les saludó a la vez y les marcó en una misma dirección. A él se le otorgó estatus de sex symbol, a ella se la nombró la nueva Lolita. Hugo Silva y Michelle Jenner se encontraron por primera vez en el plató de la serie Los hombres de Paco, hace poco más de una década. Desde entonces, han demostrado que eran bastante más que meros objetos de admiración erótica.

Jenner, barcelonesa de 29 años, encontró en Isabel la Católica ese personaje que la acompañará siempre. Estos días espera el estreno inminente de Julieta, la última de Almodóvar, en la que participa.

Silva, madrileño del 77, se ha forjado una filmografía en la que destacan también trabajos con Álex de la Iglesia o Gómez Pereira. Se ha incorporado a la prestigiosa serie El Ministerio del Tiempo.

El destino ha vuelto a reunir a estos dos amigos, que derrochan buen rollo y se roban las palabras, para interpretar a una pareja en crisis en la comedia romántica Tenemos que hablar.

¿Qué tiene esa frase, que causa pavor cuando es pronunciada?

Michelle Jenner: Que nunca trae nada bueno. Si te la dicen, ya sabes que lo que se te viene encima no va a ser agradable y están preparando el terreno. Aunque te la suelten en plan simpático te pone la mosca detrás de la oreja inmediatamente.

¿Cuesta mucho hablar de sentimientos?

Hugo Silva: Lo que más, aunque cada vez menos. Hay miedo a que te hagan daño. Y, a menudo, tampoco lo quieres hacer tú. Es un mundo muy complejo. Más para los hombres, quizá. O para algunos hombres.

Y si es así, ¿por qué divierte ver sufrir a los personajes en una comedia romántica?

H.S. Es una convención. En la realidad, visto desde el que lo sufre, no tiene maldita la gracia. Pero yo reivindico el humor inteligente. Casi cualquier cosa se puede mirar desde ahí; incluso se puede señalar una injusticia desde una posición que muestra lo absurdos que podemos ser si permitimos que ocurra. Ojo, no estoy hablando de frivolizar. Ahí están los que crean las viñetas de los periódicos, que aunque haya pasado algo difícil, son capaces de darle la vuelta y mostrarlo desde otro prisma.

M.J. Estoy de acuerdo. Eso no le resta importancia al problema. Al contrario; es una herramienta muy poderosa y, a menudo, la mejor forma de enfrentarse a él. Cada vez que ocurre algo, dentro de un orden porque hay quien se pasa mucho, el ingenio que muestra la gente en Twitter me maravilla.

¿Nunca les han metido en problemas las redes sociales o el WhatsApp?M.J.

Alguna mala interpretación siempre hay. La ironía no fácil de trasmitir en 140 caracteres; para eso es mejor el cara a cara.

H.S. Claramente como personaje público no puedo poner lo que me dé la gana. Debo tener un mínimo de corrección. Me gustaría ser más libre en mis opiniones, pero no es posible. Si cuelgo algo que se pueda malinterpretar, al minuto alguien ya le ha buscado las vueltas. Envidio una barbaridad a los tuiteros que nadie conoce.

M.J. También puede ocurrir que llegue un listo y te usurpe la identidad y todo el mundo piense que esas burradas las escribes tú. Tuve que denunciar a una persona por esto. Y hacerme un perfil oficial, claro.

H.S. Y yo, igual, porque había dos usando mi nombre. Mucha gente ataca para que le respondas, liar una buena y tener más seguidores. Es otra cosa que hay que tomarse con sentido del humor.

Lo último que han colgado esta misma mañana sobre ustedes ha sido que Michelle fue fatal vestida a una gala y que Hugo atraviesa una crisis sentimental€H.S.

¡Qué banal todo, de verdad!

Es lo que hay€M.J.

A mí, por ser mujer, me preguntan constantemente por trucos de belleza y esas cosas, y es una pesadez. Quiero hablar de algo más. Soy algo más. Lo que no quita para que a la hora de ir a una entrega de premios me vista bien y me peine y me maquille. Pero ¿qué tendrá que ver una cosa con otra? No lo puedo entender.

H.S. La fama es algo muy absurdo y hay que quitarle peso. Hay que mirarse en los ojos de los amigos, de la familia. Ahí encontrarás lo que eres y dónde fallas y lo que debes mejorar. El problema es que el resto del país piensa que te conoce porque te ha visto en dos series, y no es así€ No lo puedes tomar en serio, ni lo que dicen de ti en la prensa del corazón, ni algunos blogueros. Son informaciones como la comida rápida, a las dos horas ya le hincan el diente a otro y te dejan tranquilo hasta la próxima vez€

¿Cómo encajan que les roben una parte de su libertad?H.S.

Las cosas de la vida hay que afrontarlas y aprender a vivir con ellas. Es un error mirar para otro lado. Si eres capaz de superar la leve incomodidad de no poder pasear con una amiga sin que alguien te haga fotos y de montarte una vida al margen, de la que nadie sepa una palabra, la merma que sufre tu libertad es anecdótica.

M.J. En mi caso, lo más escandaloso que han publicado han sido unas fotos en las que recogía la caca de mi perro. Salió en todas las revistas. Estoy totalmente a favor de la libertad de prensa, sólo faltaría, pero también lo estoy del respeto a los demás.

H.S. Yo no espero ese respeto. He desistido. Esto mueve mucho dinero, y si sales rentable, no te pedirán permiso. Me jode cuando se extiende a mis hijos. La ley dice que no les pueden sacar y punto. Pero se la pasan por el forro y hacen lo que les da la gana. Como con tantas leyes en este país.

¿Cómo se aplicaría en las relaciones entre los líderes de los partidos esa famosa frase "Tenemos que hablar"?M.J.

Como en la vida misma. (Risas) No, es broma. Claro que tienen que hablar. Es lo que les hemos mandado hacer, al margen de los resultados; se lleguen a acuerdos globales, puntuales o lo que sea. Es bueno para el país, que está mejor, más vivo, más por el cambio. Ya es un paso, aunque ahora esté todo un poco patas arriba.

H.S. Lo que no entiendo es eso de "a mí ahora no me viene bien". Entonces, ¿para qué te has presentado? Si yo acepto un guión, me comprometo y el día que toca rodar no me presento, me llevarán a los tribunales por incumplir el contrato€

M.J. En este país, en este momento, están ocurriendo cosas increíbles.

H.S. Nos hemos convertido en un país con conciencia política, algo que no pensaba que pasaría. Ahora iniciamos otra transición porque la democracia es eso. No nos podemos acomodar. Hay que buscarse, dialogar. Es sano, hace evolucionar una sociedad y la saca del sota, caballo y rey. ¿Que se lo hemos puesto difícil? Les va en el sueldo.

¿Cómo ve una barcelonesa, que vive en Madrid, el asunto catalán?M.J.

Muy complejo. Está bien escuchar; la gente debe expresarse siempre. Cada cual debe tener derecho a dejar claro lo que necesita en una democracia, y se supone que tenemos voz y voto. Lo primero, una vez más, es hablar y escuchar.

¿Y un madrileño nacido y criado aquí?H.S.

A mí me daría mucha pena, personal y sentimentalmente, que Catalunya se separara de España. Me gustaría tener la certeza de que todo el mundo allí se ­expresa sin miedo. No estoy a favor de la independencia, pero sí del diálogo. Lo que me preocupa es que todo eso sea una cortina de humo tras la que se sigan escondiendo más casos de corrupción, en España o en Catalunya. Y que ese dinero que sale del país de forma ilegal no vuelva más. No me hace gracia que me tomen el pelo con esas cosas.

Los dos han participado en series sobre la época de los Reyes Católicos o el reinado de Felipe II. ¿Creen que la perspectiva histórica sirve para entender el momento actual?M.J.

Creo que el tiempo hace un bucle y muchas cosas se repiten. De repente, cuando parece que todo está posicionado, comienza una crisis y todo se desmorona. La ambición y el ansia de poder son los mismos siempre. Es increíble lo poco que cambia el ser humano en unas cosas y lo mucho que lo hace en otras. Somos contrastes.

H.S. Es maravilloso sumergirte en momentos históricos concretos porque te ayuda a tener un punto de vista sobre qué sociedad hemos construido, qué tipo de país somos. Te convierte en una especie de psicólogo cuando buscas qué le pasa a tu personaje. Te haces con un nivel de comprensión útil para la vida. Es muy saludable, ante un conflicto, saber calibrar a quién tienes enfrente, qué le ocurre. Desarrollas empatía, la mejor herramienta para un actor.

M.J. Claro, porque debes meterte en la piel de cualquier personaje aunque sea el mayor hijo de puta, con perdón. No soy una actriz muy de método, pero tengo que entender las emociones. No me pongo a escarbar qué llevó a Isabel a apoyar a la Inquisición, pero necesito saber qué sentimientos la llevaron ahí. No el por qué sino el cómo.

Han llegado al mismo sitio partiendo de lugares bien diferentes€M.J.

Pero eso no es importante. Yo empecé siendo un mico. Mis padres son artistas y hacen doblaje, y mi primer anuncio lo hice a los dos años. Durante mucho tiempo fue como un juego. Y me gustaría que, de alguna forma, lo siguiera siendo siempre.

H.S. Mis padres trabajaban en una fábrica y mi madre era delegada sindical. En el local del sindicato había actividades y una de ellas era teatro. Mi madre, de niño, me despertó el gusanillo, me decía que el teatro era otra realidad en la que se jugaba de otra manera. Pero aun así, la primera vez que pisé un plató, en El comisario, lo pasé fatal y me fui de allí pensando en dejarlo. Pero a los cinco minutos ya deseaba volver.

M.J. El poder de fascinación de este trabajo nos deja sin aliento.

H.S. Completamente de acuerdo.

Hugo, ¿cómo vive la cercanía de los 40?

H.S. La única diferencia es algún dolor de espalda y unas canas. Estoy muy conectado con mi yo adolescente y no ­quiero dejar de estarlo. Las prioridades se han reordenado, claro. Lo más importante ­ahora son mis hijos. Pero no me pierdo de vista a mí ­mismo. Es imposible hacer felices a los demás si tú no lo eres. Es importante que mis hijos ­tengan un papá feliz, que disfruta de su trabajo, de su vida e intenta hacerlo mejor cada día.

Michelle, se acerca a la treintena...M.J.

¡La edad de la responsabilidad! Siempre he vivido rodeada de adultos y eso me ha hecho crecer un poquito más rápido. Me sigo sintiendo a veces como una niña pero más tranquila y segura; mejor conmigo misma y queriendo aprender cosas nuevas. Creo que Hugo y yo somos tan amigos porque él rejuvenece por contacto con su niño interior y yo soy más madura de lo habitual.

H.S. Y encontramos un punto intermedio.

M.J. Justo lo que iba a decir.