No es una biografía, porque solo abarca un año de su ajetreada vida, pero sí es una profunda radiografía del personaje que aporta las claves de su personalidad y, especialmente, de las causas que provocaron la enorme crisis que tanto afectó a su creatividad y a su forma de ser.

El prestigioso cineasta galo Jean-Luc Godard revela, en efecto, buena parte de sus defectos y sus virtudes en esta película que se centra de un modo inequívoco en su historia de amor con Anne Wiazemsky, casualmente fallecida el pasado 5 de octubre. Para ello ha utilizado como principal fuente de información el libro autobiográfico de la actriz, Un an aprés, que se desarrolla paralelamente al rodaje de la cinta La chinoise y que tiene como fondo el París turbulento de mayo del 68.

Con esta tarjeta de presentación se pone de nuevo de manifiesto el rigor y la precisión del director Michel Hazanavicius, que alcanzó la gloria de forma inesperada en 2011 con The artist, premiada con cinco Oscar, incluidos los de mejor película y director. Aquí deja su impronta en la magnífica recreación estética y en una ambientación impecable que hace hincapié en los aspectos decorativos.

De este modo el contexto de la cinta, infestado de pintadas que ilustran sobre la convulsión del momento, se erige en uno de sus protagonistas relevantes. Algo que además, y de forma armónica, conecta con el estilo visual del director. Lo realmente revelador es el retrato que nos ofrece de un Godard, verdadero icono cultural de los años sesenta y setenta, difícil, de agrios modales e irreverentes, que convierte sus celos en una terrible patología. La cinta cubre con detenimiento este expediente, que será decisivo en la inevitable ruptura de la convivencia de la pareja, y que se agravó con la diferencia de edad, casi 20 años, entre ambos.

El otro tema determinante es su obsesión por la revolución, que lastraría toda su trayectoria sin poder superar el conflicto entre cultura y maoísmo y que motivó la ruptura de su amistad con colegas como Bernardo Bertolucci y Marco Ferreri. A resaltar, por último, la perfecta descripción de las secuencias de las huelgas y de los enfrentamientos con la policía parisina.