El Congreso del PSOE pudo haber sido el del cambio, como su eslogan, pero se ha limitado a una operación cosmética. El nombramiento de Leire Pajín responde a los recientes de Soraya Sáenz de Santamaría y Dolores de Cospedal en el PP. Las propuestas sobre el aborto, la eutanasia, el voto de los emigrantes o la retirada de los símbolos religiosos en los actos públicos sólo son una mano de maquillaje para tapar lo que de verdad hay debajo: problemas económicos y sociales. En suma, una oportunidad perdida y una demostración de fuerza de Zapatero: el partido es él. Hace y deshace a su antojo, los viejos ´barones´ apenas de floreros y la nueva clase emergente se lo debe todo al presidente-secretario general y son fieles y acríticos, haga lo que haga. Por más que algunos medios traten de decir que "las bases piden...", las bases no pintan nada. Zapatero decide todo. Sigue faltando democracia interna y autocrítica en los partidos. En todos. El ´aparato´, es decir ZP, Blanco (y ya veremos cuánto, Leire Pajín) son el poder. Fuera del aparato, la intemperie.

Siendo, como creo, un congreso perdido, de disimulo, de toreo de salón, se han tomado decisiones de enorme gravedad. El PSOE ha cambiado su política antiterrorista, ha apoyado la ´directiva de la vergüenza´ y ha enfrentado la crisis económica sin aceptar su existencia. Las dificultades que atraviesa la economía han sido eludidas en el triunfalista Congreso del PSOE de Zapatero sin que ninguno de los congresistas haya dicho nada. No pasa nada. Zapatero ha tratado de eludir la crisis con unas propuestas falsamente progresistas. Hace unos meses, la vicepresidenta declaraba que no había "ninguna demanda social" para cambiar la legislación sobre el aborto o la eutanasia. Ahora, la misma De la Vega promete orgullosa una "reforma vanguardista". Vanguardista en el lenguaje del PSOE significa menos control y más facilidades para abortar. La defensa de la vida o de la familia es lo verdaderamente progresista. El aborto o la eutanasia, que no tiene nada que ver con el derecho a una muerte digna, son, además de un grave error, un terrible fracaso social. Pero tienen razón Zapatero y sus acólitos: ampliar las facilidades para abortar, regular la eutanasia y promover una sociedad laicista va a resolver los problemas ciudadanos y los grandes temas de Estado que están sobre la mesa. Faltaría más.