El siglo pasado, en su primer año, en su inicio mismo, se estrenó con dos obras que han tenido diversa fortuna y que han sido ambas, cada una en su género, determinantes de enfoques y estilo de pensamiento. Me refiero a ´Le rire´, de H. Bergson, ese filósofo francés de quien don Antonio Machado dijo, con sano humor, aquello de "...este Bergson es un tuno; / ¿verdad, maestro Unamuno?" Pero en sus ´Meditaciones rurales´ Machado no se refería al ensayo de Enrique Bergson sobre lo cómico, recién citado, sino a ´Los datos inmediatos de la conciencia´, si mal no recuerdo, que todo esto lo voy escribiendo a vuela pluma, fiado más en mi memoria de lo que quizá debería.

La otra obra que también inaugura algo en el siglo XX es la famosísima de S. Freud, ´La interpretación de los sueños´. El año de 1900 es además el de la muerte de un filósofo alemán, nacido en 1844, y de gran trascendencia: en parte con entera justeza, y en parte, por un exceso de los valoradores de pensamientos osados. Se llamó Federico Nietzsche. El desdichado autor del grito "¡Dios ha muerto!" afirmó cosas como que la vida sin música sería un gran error, lo que nos recuerda aquello otro que dijo un gran poeta francés, "de la Musique avant toute chose". Paul Verlaine, (nacido también en 1844), escribió la palabra ´musique´ en minúscula. Aquí, por cosas que ahora no digo, la pongo con mayúscula. Apunto algo, al paso: ¿por qué esta manía de las fechas y los datos así dados al por menor? Manía, (les aclaro), mía, personal. Y fácilmente transferible, creo. Llegará el momento en que me pregunte más a fondo por ello, que puede que no sea sino una vieja deformación profesional, pero que más me temo indique algo más: cierta tendencia a creer que números y fechas, nombres y datos, no obedecen al azar, sino que están de alguna manera que se nos escapa conectados unos con otros, y sería gran cosa poder ´leer´ en ello su sentido. Y vuelvo a aclarar: he escrito "se nos escapa" cuando quería o debería haber puesto "me" en lugar de "nos". Prometo, para ocasión posterior, una colaboración sobre el tema: los números, los nombres, el inexistente azar. (Ah! : Llamé a Nietzsche "desdichado" por su infausto fin).

Lo que ahora nos atañe es el tema de la risa. Ya en la Roma Clásica, un tratadista y poeta notabilísimo, en una de sus obras que si mal no recuerdo es la ´Epistola ad Pisones´, escribió una frase que luego ha hecho furor, casi. Se ha repetido a lo largo del tiempo con insistencia: "risum teneatis". Eso de aguantarse la risa no es fácil, y la manera como uno se ría, igual que el modo como uno se deje llevar del llanto, con facilidad nos pueden conducir al ridículo, a la histeria, a la desmesura. Hay cosas y cosas, y por más que algunas puedan provocar risa, por su implícita comicidad, mejor lo de "risum teneatis, amici" de Horacio, el poeta latino citado. Porque quien mucho ríe, (dicen), no tarda en llorar, y el exceso de risa muchas veces indica pocas luces. Además, si hacer reír es todo un don, saber reír y hacerlo a tiempo y bien, es todo un arte. Risas hay que más señalan fallida educación y poca mollera, que no inteligencia. Y sobre todo, ¿están acaso los tiempos para mucho reír, o se nos llenan de cosas que más nos invitan al lamento, al llanto incluso? Si nos hacemos asiduos de ciertos programas de televisión, les aseguro que nos pueden matar la risa. Y de raíz, aseguro. Quédense ahora con esto: ¿no es de pena que ciertas noticias, graves y lamentables, se comuniquen con el dibujo, (inexplicable y casi idiota), de una sonrisa en los labios?