Los inversores han vivido una semana de infarto. No es que hayan pasado miedo o pánico sino un auténtico episodio de psicosis. Los precios del crudo han vuelto a marcar un récord histórico. El Brent alcanzó los 147 dólares y han vuelto los rumores de quiebra y las certezas de malos tiempos para algunas entidades financieras de EEUU. Washington prepara planes de salvación después de que sus acciones cayeran alrededor del 40%. Nadie pudo abstraerse a la evolución de estas entidades dedicadas básicamente a las hipotecas y que se llaman Fannie Mae y Freddie Mac y cuya situación deja claro que las turbulencias financieras siguen ahí y bien vigentes. Lo han dicho muchos analistas, la desconfianza y las restricción del crédito o carestía del dinero que lleva aparejada esta crisis ni mucho menos ve ya la luz al final del túnel. En España, la crisis está haciendo pupa. Los problemas se nos acumulan. Ya hemos conocido el IPC de junio, la tasa más alta en trece años, y en breve sabremos qué ha ocurrido con el crecimiento de la economía. Seguimos sin medidas contundentes y apropiadas y lógicamente la confianza se desploma y la bolsa no se puede quedar fuera. El pánico, a la vista de las declaraciones y actuaciones, es que este Gobierno no está preparado para sacarnos de esta situación, ni siquiera para aliviarla.