Es ahora noticia y causa de amplia controversia la propiedad de una vivienda, que en su momento, dentro de unas pocas semanas ya, se supone que ocupará el etarra De Juana Chaos al término de su condena. La vivienda, según se ha explicado pormenorizadamente, perteneció a su madre, quien la dejó en herencia a una de sus hijas, hermanas del etarra ahora en huelga de hambre. Pero cambió recientemente de propietaria al adquirirla precisamente la mujer del etarra. ¿Hay alzamiento de bienes en este cambio de propiedad? A cualquiera se le ocurre que De Juana Chaos trató de evitar que esa propiedad estuviera a su nombre, en el Registro de Propiedad, por la probabilidad de que su declarada insolvencia, alegada para no tener que pagar a las familias de sus víctimas, se viera desmentida. Y eso es precisamente lo que se sospecha y lo que ha forzado a actuar al fiscal.

En los mismos días se ha producido otro episodio bastante parecido: el de una cristalería propiedad de otro etarra, que ha tenido que ser adquirida por su mujer para evitar que el coste tal de su subasta repercutiera a favor de las víctimas herederos de este segundo etarra. Los dos hechos demuestran, en primer lugar, la atención social, y la alerta que mantienen los órganos judiciales para tratar de conseguir algo que ha resultado casi siempre imposible: que los etarras pagaran los daños causados.

Algo parecido ocurre, sin intención de comparar, con lo que ha venido sucediendo con las grandes estafas. Cada vez más se exige que los condenados sólo puedan recuperar su libertad una vez que hayan abonado esas indemnizaciones. Dos casos concretos, de fácil comprensión: el que fue director general de la Guardia Civil, todavía en prisión, Luis Roldán, ha disfrutado ya de varios permisos carcelarios, y se vez en cuando se recuerda el tiempo de condena que aún le resta para recuperar totalmente su libertad. ¿Lo hará sin haber abonado al Estado, en su totalidad, el dinero que le robó, y que procedía de los fondos reservados destinados, en principio, a la lucha contra el terrorismo? Otro caso: también viene disfrutando de permisos carcelarios el ex alcalde de Marbella Julián Muñoz. La pregunta es la misma: ¿Habrá devuelto al ayuntamiento marbellí y a los habitantes de la ciudad lo que les debe? De lo contrario, tanto Luis Roldán, como Julián Muñoz, o como los etarras a quienes ahora se obliga a pagar indemnizaciones con todos sus bienes, habrían podido hacer un excelente negocio: privarse de libertad durante un tiempo a cambio de garantizar sus robos y el coste de sus daños.