La semana en la bolsa comenzó convulsa, pero consiguió corregir. Al final el Ibex avanzó un 4,5 por ciento hasta rozar los 11.900 puntos. Nadie ve claro ni cuándo ni cómo se puede empezar a ver la luz en el final del túnel. La economía mundial va a corregir excesos y prueba de ello es la bajada que ha experimentado el petróleo, aunque esté aún en niveles de 132 dólares.

La semana comenzó con la suspensión de pagos de Martinsa-Fadesa que convulsionó la bolsa pero también a la opinión pública. El miedo a una reacción en cadena es evidente y de ahí las declaraciones de algunos miembros del Gobierno en el sentido de que estaban dispuestos a comprar suelo. El espectáculo dado por el Gobierno en los últimos días es preocupante. Mientras el presidente habla de barcos y de capitanes, el vicepresidente anda diciendo cosas distintas a las dichas por los ministros de Industria y Vivienda, que se han destapado como los mayores intervencionistas y planificadores.

En todo caso, parece que empieza a haber una cierta preocupación por la profundidad de la crisis y el próximo 24 en Moncloa se va a convocar a un grupo de expertos para buscar soluciones a esta crisis que ya ha confesado Solbes es la más complicada de las vividas. El vicepresidente comparecerá unos días después en el Congreso. Hacen falta medidas, aunque ya puede ser tarde para que tengan efecto a corto plazo.

En los mercados, los expertos esperan nuevos recortes, aunque gracias a los movimientos que puedan producirse en torno a ACS y su participación en Unión Fenosa, se animarán los inversores en el último tramo de la semana. En todo caso, sigue existiendo un miedo tremendo, y así se ha reflejado, al efecto que la crisis del ladrillo pueda tener en la banca española, demasiado expuesta. Nada menos que 300.000 millones de euros debe el ladrillo al sector financiero.