Cuesta creer que los humedales estén en peligro de extinción, pero es lo que dicen los expertos. Asocia uno los humedales al sexo, como si esas formaciones naturales funcionaran a modo de lumbreras venéreas por las que respira la Tierra. El término humedal se sustituye a veces por el de cenagal. Una ciénaga es después de todo un charco lleno de vida. Otra cosa es que nos guste esa clase de vida. Por eso la palabra ciénaga posee también connotaciones de orden moral que salpican al sexo, o a determinada clase de sexo. ¿Pero qué haríamos sin sexo, es decir, sin ciénagas, sin lodazales, sin fangales, sin barrizales, sin marismas?

Decir que los humedales están en extinción es como afirmar que el territorio contenido entre las ingles tiene los días contados. Phil K. Dick, el loco y visionario autor de ¿Sueñan los androides con ovejas mecánicas?, se quedó de piedra el día en que desnudó a una muñeca Barbie y comprobó que tenía sus partes lisas, lo mismo que su novio (Kent, creo). Eran un chico y una chica sin humedales. Muy limpios, sí, muy higiénicos, muy profilácticos, pero completamente inhábiles para el acoplamiento, como una clavija sin hembra. Al loco de Dick, cuya cabeza era una batidora, aquello le pareció una premonición. Como a todos los profetas, la realidad tardó decenas de años en darle la razón, pero aquí está la noticia: los humedales de la Tierra se encuentran en peligro de extinción.

Cada día hay más humedales, en cambio, de usar y tirar, humedales para pasar el rato, para jugar al sexo en vez de poseerlo plenamente. El otro día fui a comprar comida para mis peces artificiales (están vivos, como usted y como yo, pero tienen un no sé qué sintético que me conmueve) y vi en la tienda pequeños humedales encerrados en urnas de cristal. Y en aquellas pequeñas ciénagas se agitaba la existencia: casi todo en ellos era sexo y reproducción. Te los podías llevar a casa por un módico precio, pero duraban poco debido a las dificultades de mantenimiento. En todo caso, eran sucedáneos de humedales, del mismo modo que Barbie y Kent son sucedáneos de seres humanos. El futuro está que arde.