Cuando en la pasada campaña electoral se celebró un debate entre el vicepresidente Solbes y el ´número dos´ de la lista del PP, Manuel Pizarro, no hubo dudas sobre el resultado del mismo: Solbes arrasó, ganó por goleada a Pizarro. Ninguno de los dos políticos posee lo que se dice cualidades de líderes, y además en aquel debate Pedro Solbes acudió con un ojo tapado porque sufría una afección ocular, pero desde el primer momento el vicepresidente se impuso a su adversario con su discurso tranquilo, en el que mezclaba datos y sorna, y sobre todo asegurando un futuro prometedor frente a Manuel Pizarro que se vistió de agorero anunciando una crisis económica de cuidado.

No tengo la menor duda de que aquel debate ayudó y mucho a Zapatero y al PSOE a ganar las elecciones. Solbes convenció, tranquilizó y todos nos fuimos a dormir convencidos de que podíamos confiar en ese señor de aspecto normal y aburrido, pero que sabía lo que se traía entre manos frente al aspirante a político recién llegado del mundo de la empresa donde había ganado mucho dinero. Sin embargo, el tiempo ha puesto las cosas en su sitio, y desgraciadamente Manuel Pizarro tenía razón. La cuestión es que o Pedro Solbes, teniendo en cuenta que pasa por ser un político solvente que sabe de lo suyo, no nos dijo la verdad, o simplemente no era capaz de ver lo que se nos venía encima. Sólo caben esas dos posibilidades y las dos son igualmente malas a la hora de enjuiciar políticamente al vicepresidente.

Personalmente me inclino a pensar que Pedro Solbes sabía la que se nos venía encima, y que no lo dijo simplemente para que esa verdad no influyera en la campaña electoral. Naturalmente si Solbes sabía que las cosas iban a ir de mal en peor, el presidente Zapatero no podía ser ajeno a esa información. O sea, que muchos ciudadanos pueden pensar y sentir que nos engañaron como a chinos, valga la expresión popular.

Es evidente que el gobierno no es culpable de la situación económica internacional, ni del precio del petróleo, ni de la guerra de Iraq, ni de tantas otras cosas que están influyendo en esta mala coyuntura económica. Pero sí lo es de no haber explicado claramente a los ciudadanos lo que venían augurando todos los organismos internacionales: que las cosas de la economía no iban bien y podían ir a peor. Ahora somos los ciudadanos los que nos encontramos con el problema, un problema que el gobierno no termina de decir cómo se va a abordar por más que el presidente se reuna con sindicatos y patronal, y se haga la foto con los portavoces parlamentarios, para dar la impresión de que hace algo. Lo que no es justo es que sean los trabajadores quienes corran con el mayor gasto de la crisis y no quienes durante los años pasado han tenido estupendos beneficios. Que a la ministra de la Vivienda se le haya ocurrido la genialidad de comprar suelo ´privado´ con dinero público es una burla, porque su obligación no es correr en socorro de quienes tanto han ganado en estos años, sino de los trabajadores que son los que van a sufrir en primer lugar los efectos de la crisis.

La oposición mientras tanto parece que ya ha comenzado las vacaciones, así que Zapatero puede seguir tirando millas mientras los ciudadanos comienzan a hacer agujeros al cinturón. ¿Y Pedro Solbes? Pues tan tranquilo, a nadie se le ha ocurrido decirle siquiera que pida perdón a los ciudadanos. Es lo que tiene hablar poco y tener aspecto de no haber roto un plato en la vida.