Naciones Unidas ha vuelto a recordar, un año más, que el sida sigue infectando cada día a 7.000 personas en el mundo. Que la ´peste´ que comenzó en el siglo XX acompañará a la humanidad en el XXI y que, mientras no descienda el precio de los retrovirales, el maldito virus va diezmar la población del continente africano. El informe de este año deja un agridulce sabor de esperanza en la medida en que destaca que en algunos de estos países absolutamente pobres de África se empieza a utilizar el preservativo y los contagios algo han descendido.

Porque en el sida, como en casi todo, el problema es la pobreza, la ignorancia y las tradiciones tribales, que hacen que sean las mujeres y los niños los que se lleven la peor parte. El 60% de los infectados por el VIH en ese continente son mujeres y sólo el año pasado 375.000 niños fueron contagiados en el mundo. Mientras Occidente ha logrado convertir la enfermedad en una afección que, bien tratada y siguiendo las duras pautas de los retrovirales, se convierte en una dolencia crónica, en el resto del mundo dos millones de seres humanos murieron el año pasado por no poder pagar el altísimo coste de la medicación.

La crisis económica, que tan acongojados tiene a Gobiernos y ciudadanos de Europa y EEUU y que está llevando a endurecer las medidas para evitar la llegada de inmigrantes es un chiste para quienes huyen de la pobreza absoluta o de una condena a muerte por una enfermedad que en esos sitios no se cura. Si se reduce la ayuda al Tercer Mundo, si se permite a los laboratorios mantener años y años las patentes sobre los medicamentos, si nos se les deja ninguna esperanza, no habrá leyes que paren su huida de un continente condenado al exterminio.

Parece que España este año ha salido de la ´lista negra´ y que son el Reino Unido y Alemania donde vuelven a crecer los contagios. En las sociedades opulentas las principales vías de trasmisión de virus han dejado de ser las relaciones sexuales. Ahora nadie puede alegar desconocimiento: son las drogas y las jeringuillas compartidas las responsables de trasmitir la ´peste´.