Los rótulos tienen a veces efectos estupefacientes. Hasta ahora, el joven que ni estudia ni trabaja padecía al menos los malos caretos de quienes tenían que mantenerlo y encima aguantarlo, pero desde que es un Ni-Ni ha quedado legalizado. Ahora ya sólo falta que los sociólogos expliquen que un Ni-Ni lo es por culpa de la sociedad, liberándole hasta del pequeño cargo de conciencia que tenga en un momento de debilidad. Gracias a todo eso los Ni-Ni podrían pasar a ser protagonistas de la historia, como agentes colectivos de una nueva forma de resistencia pasiva. E incluso artistas: "Ser Ni-Ni es un modo informalista y espontáneo de ser Dadá", puede que diga algún creata ocioso. Mientras tanto los No-Ni-Ni, o sea, los que han pasado la vida estudiando y/o trabajando, se jubilarán a los 67, para cubrir el agujero que dejan los Ni-Ni en la Seguridad Social, y seguir cargando con cargantes.