Conocidos, oficialmente, los últimos datos del paro: cuatro millones seiscientos mil ciudadanos sin empleo -más del 20 por ciento de la población trabajadora-, parece llegado el momento de decir ¡basta! Basta a la verbosidad del ministro Corbacho; basta a los circunloquios de la vicepresidenta Salgado -anteayer, irritada, contestaba con displicencia a la pregunta sobre el índice de paro diciendo que la cifra no era oficial; y basta ya, por favor, a las profecías del presidente del Gobierno. En 18 meses han sido 11 los pronósticos sobre la inminencia de la recuperación del empleo; pues bien, el resultado ha sido el siguiente: 11 pronósticos, cero aciertos.

Lo peor de la incompetencia es cuando cursa de la mano de la suficiencia. El ciudadano Zapatero no sabe lo que es tener un trabajo y perderlo porque fuera del partido y de la política nunca ha tenido un empleo. No tiene memoria de la angustia, de la desesperación y la sensación de impotencia que le invade a uno cuando se queda en la calle y tiene que salir a buscar trabajo. Quien no ha pasado por ése trance no está en condiciones de comprender lo que pasa por la cabeza de un parado; y no digamos si se trata de un obrero, padre de familia, que ha rebasado los cincuenta; o de un pequeño o mediano empresario que ve como se arruina el esfuerzo de toda una vida de trabajo.

Ya que no dan con la clave para sacar al país del atolladero, lo menos que se les puede pedir es prudencia. Prudencia y mesura a la hora de aventurar pronósticos. Ya digo, lo de Zapatero causa asombro: 11 pronósticos sobre la fecha de recuperación del empleo y ningún acierto. Si no fuera porque es dramático, sería de risa.