Por las tardes, a veces, mientras voy de una ocupación a otra, me distraigo con la radio saltando de una emisora a otra. Los programas de la tarde están conducidos casi todos por locutoras, quizás en la idea de que el público oyente a esas horas es mayoritariamente femenino y es bueno establecer una complicidad más estrecha. Abundan las entrevistas, las curiosidades, los temas ligeros y el divertimento. Y se rebaja la crispación que agobia los programas de la madrugada, de la mañana y de la noche, que son fundamentalmente masculinos, con alguna señalada excepción. Es un detalle que se agradece, porque en otros espacios los micrófonos echan fuego y el ánimo de la audiencia se incendia como la hierba seca.

La otra tarde, por ejemplo, el dial hizo saltar una voz que me resultó conocida y presté atención. Se trataba de don Miguel Ángel Rodríguez, periodista vallisoletano que fue portavoz del Gobierno de Aznar. El señor Rodríguez había acudido a la Cope para comentar un libro que acaba de publicar en el que rememora la época en la que su jefe político llegó a la Presidencia del Gobierno de Castilla y León y, más tarde, a la Presidencia del Gobierno de España.

Según confesó don Miguel Ángel, entre risas, él era entonces un profesional de clara orientación izquierdista que había escogido seguir la campaña del joven Aznar en la seguridad de que saldría perdedor. Sorprendentemente, ganó por un puñado de votos. Poco después, llamó por teléfono al periodista y, para su sorpresa, le ofreció un puesto en el gabinete como portavoz. La experiencia debió de ser provechosa para ambos, porque años después el señor Aznar se convirtió en líder de la oposición con el PP y después en presidente del Gobierno.

Yo estaba esperando que, en algún momento, el señor Rodríguez nos contase cómo habiendo caído del caballo del izquierdismo confeso se subió inmediatamente a la grupa del de Aznar, pero de eso nada dijo. En cualquier caso, lo hizo con mucha desenvoltura. Suele ocurrir que los que se dan un golpe muy fuerte contra el suelo pierden momentáneamente la memoria, se olvidan de adónde iban y cambian de dirección, en un giro de 180 grados.

En el curso de su desenfadada charla, Rodríguez contó algunas anécdotas que reflejan la personalidad de Aznar y de algunos de sus importantes interlocutores. Por ejemplo, el presidente del Banco de Santander, don Emilio Botín, le negó un crédito para financiar una campaña electoral cuando empezaba, quizás porque no creía demasiado en su futuro político. Luego, se produjo el atentado de ETA del que salió ileso y el banquero cambió de opinión. Según relata el ex portavoz presidencial, Botín buscó encontrarse con Aznar, y cuando estuvo ante él se echó a llorar, musitó: "¡Dios mío, Dios mío!" entre sollozos y lo abrazó estrechamente. Conmovedor. Para que luego digan que los banqueros no tienen sentimientos.

Según lo describió su fiel colaborador, el actual presidente de FAES es un hombre tímido, que se pone serio en público para aparentar firmeza de carácter. En el fondo es un sentimental al que le gusta escuchar canciones de Julio Iglesias. Para concluir, una curiosidad. En opinión del señor Rodríguez, el PP no es un partido de derechas, sino de centro. Los únicos partidos de extrema derecha que hay en España son CiU y el PNV, formaciones políticas xenófobas y racistas que odian a los que no hablan su lengua. Tal cual. Los izquierdistas reconvertidos a la verdadera fe son así de contundentes.