La verdadera talla del político se muestra en las catástrofes y horas críticas. Consiste en estar a la altura de lo que el momento pide, y no medir las decisiones por la conveniencia personal o de partido, sino por el interés general. A este metraje de la película ya sabemos dos cosas: que Zapatero, un frío idealista, tiene una capacidad de reacción limitada ante un mar embravecido, y que Rajoy, sinuoso y pragmático, es lento de reflejos y algo torpe. Pero esos son los bueyes con los que arar durante la media legislatura que queda, y el país, navegando con olas montañosas, no puede permitirse la inacción. Ni Zapatero ni Rajoy están dando la talla necesaria por separado, pero todavía podrían darla juntos, si son capaces de compartir el puente de mando, y de poner a un vicepresidente económico nombrado por consenso al timón de la nave. Si esta hace agua, ninguno de los dos se salvará.