Para qué se van a reunir Rajoy y Zapatero después de 18 meses de ignorarse, despellejarse y evitarse? ¿A quién le interesa hacerse una foto para escenificar que la política es puro teatro, cuando está desprovista de la voluntad se servicio al bien común? ¿Servirá para fijar medidas conjuntas, reales frente a una crisis galopante? Comentaba Miguel Ángel Aguilar que le daba pánico la entrevista porque hace año y medio se reunieron los dos para hablar de la crisis y de la reforma del sistema financiero y ni una cosa ni otra han mejorado por lo que hay que suponer que la posibilidad de que empeoren las que traten son muy elevadas.

Cualquier persona con sentido común entendería que dados los problemas que padece España el líder de la oposición y el presidente del Gobierno se deberían haber entrevistado no una, docenas de veces. Y lo mismo con los sindicatos, con la patronal, con las autonomías, con los principales ayuntamientos. No hablo ya de un Gobierno de concentración, sino de un pacto contra la crisis, con medidas urgentes, efectivas, reales. Aplicadas ya. El deterioro de la imagen del presidente empieza a ser preocupante y la carencia de medidas, aún más. Sostienen algunos que está asustado y que por eso llama a Rajoy. Me temo que no. Seguramente sabe dónde quiere llegar, pero ignora cómo. Lo cual no ha de impedir que siga tomando decisiones con la inestimable ´ayuda´ de un Gobierno cada vez más debilitado, sin iniciativa.

Decía Pío Cabanillas que el poder desgasta, pero más desgasta la oposición. La ventaja del poder es que todos hacen piña en la bonanza y más cuando se percibe el terremoto. Hay que conservar el poder, y el puesto en lo particular. Cuando se avecinan los vientos de cambio, los políticos mantienen la disciplina hasta que son conscientes de que la partida está perdida. En ese momento pueden volverse contra su líder y ser más crueles que con el adversario. Las voces críticas en el PSOE empiezan a crecer. El ´fuego amigo´ es mucho peor y es demoledor. Quien ayudó a levantar la ´nueva esperanza socialista´, se apresta a derrumbarla. Las deserciones y los abandonos se unen a las luchas y las denuncias internas. Decía Mao que "la política es una guerra sin efusión de sangre y la guerra una política con efusión de sangre". Ya veremos. Los ciudadanos saben ya que al otro lado está la cruda realidad más dura. ¡Sálvese el que pueda!