Como si despertaran de un larguísimo letargo, los líderes europeos han caído en la cuenta de que estamos ante un panorama de alerta general. El euro, e incluso el futuro de Europa, peligran. Ha llegado el momento, ahora, no mañana ni pasado, de blindar la moneda única frente a los especuladores.

Al empobrecimiento provocado por la crisis económica, a los sacrificios que el ajuste del déficit va a suponer para los ciudadanos europeos, se suma la perdida de sus ahorros, volatilizados estos días en las bolsas europeas. Esos ahorros han ido a enriquecer, aún más, a gestores de fondos, especuladores y grandes inversores que han visto en la actitud dubitativa de los gobiernos europeos una puerta abierta para atacar al euro y forrarse.

Ahora llegan las prisas, las reuniones de madrugada, las declaraciones grandilocuentes y las dotaciones generosas de grandes partidas económicas. Bien venidas sean, pero, mientras tanto, ¿quién le va a devolver al pequeño inversor todo lo que ha perdido estas ultimas semanas en los mercados, porque ningún gobierno europeo fue capaz de controlar a unas agencias de calificación de riesgo, además norteamericanas, y que están siendo investigadas en una comisión del Congreso de EEUU?

Incluso el ´intocable´ Banco Central Europeo va a tener que ´mancharse las manos´ e implicarse en la operación de urgencia puesta en marcha antes de que el lunes abran las bolsas europeas. Se le encarga algo contra su voluntad y sus ´principios´: comprar obligaciones o bonos sujetos a mayor tensión.

Parece que Zapatero también sufrió el efecto contagio de la preocupación general y va a atender las exigencias que le llegan desde todos los sectores, para que acelere la puesta en marcha del plan para la reducción del déficit público.

El próximo miércoles en el Congreso, piensa explicar el rescate del euro pactado con los socios de Bruselas y las nuevas medidas de recorte del gasto. Convendría que esta vez no fuera un nuevo paquete de medidas simbólicas como la última reducción de altos cargos que solo consiguió la ridícula cifra de ahorro de dieciséis millones de euros.

El control del déficit (y por tanto el recorte del gasto público), la reforma del sistema financiero empezando por la Ley de Cajas de Ahorro (pactada con Rajoy y que ahora hay que imponer a los presidente autonómicos) y la reforma laboral, son las claves para salir de la gravísima crisis en la que estamos sumidos. Si no se hacen estos deberes Europa nos los impondrá como a hecho con Grecia.