Josep Antoni Duran Lleida llevaba demasiados días contemplando como el título de "catalán de quien se habla en Madrid" le estaba siendo arrebatado por José Montilla, con el asunto del Estatut y el Tribunal Constitucional. Así que esta semana ha lanzado un farol que no le compromete a nada pero que le ha llevado de nuevo a los titulares.

Su reflexión sobre la conveniencia, o utilidad, de una moción de censura que dé paso a un gobierno de amplio espectro destinado a durar unos pocos meses, a adoptar medidas económicas urgentes, y a convocar elecciones generales, nunca pasará de tal condición reflexiva, en el último párrafo de su carta semanal a los militantes de Unió Democràtica de Catalunya. "Parece imposible, demasiado imposible", confiesa.

¿Quién iba a ser el presidente de este gobierno amplio? No sería del PP: Duran aclara que la operación no debería servir para adelantar una alternancia que corresponde a las urnas. Tampoco del PSOE, motivo de la censura. ¿Quién? ¡Tal vez el propio Duran, el catalán sensato que nunca ha conseguido ser ministro?

El citado gobierno provisional debería hacer "lo que debe hacerse" con respecto a la situación económica. Lo que debe hacerse, según el FMI, es una reducción acelerada del déficit, lo que significa reducir gasto y aumentar impuestos. Se necesita una fuerte dosis de heroicidad para formar parte de un gobierno que receta una cura de caballo a la griega y acto seguido convoca elecciones, quizás en medio de manifestaciones y disturbios.

El PP ya ha advertido que no está por la labor, de manera que el asunto se ha archivado por trámite de urgencia, pero en el ínterin Duran ha vuelto a ser el catalán con sentido de estado que debería ser ministro, al poner sobre la mesa "lo que empiezan a pedir muchos sectores económicos".