Esto es una opinión sobre la información, no sobre el Rey ni su salud. En caso de duda, consulte a su médico o farmacéutico).

Como muestra de transparencia informativa, hace unas semanas se hizo público un parte médico del chequeo de Juan Carlos I. Todo bien.

Se dice ahora que al día siguiente, los médicos repararon en la actividad y los cambios morfológicos de un nódulo descubierto hace años. La víspera no se fijaron, hay que creer. ¿Acaso esa rutina de quien sigue la actividad de los nódulos de un monarca? El nódulo es una opacidad radiológica relativamente esférica de tejido pulmonar anormal. La opacidad radiológica fue, además, informativa porque no apareció ni en la divulgación del chequeo ni en un inmediato desmentido. La comunicación corporativa e institucional está llena de transparencias opacas. Es una elección razonable no dar la mala noticia pero no después de haber elegido dar la buena.

En nombre de la proverbial discreción hubiera sido mejor callar que mentir o no desmentir. Pero la discreción es proverbial, o sea muy repetida pero no necesariamente cierta. Se mintió o no desmintió a discreción, pudiendo callar, aunque la intimidad sobre la salud sea un derecho que también cubre al Rey, sobre todo en algo temporal y de gravedad controlada.

Se repite ´mentir´ sin ánimo de escandalizar, sólo para evitar ´noticia falsa´, manera falseada de llamar a la mentira. La noticia es el relato de un sucedido (aunque cada vez hay menos de esas y más de previsiones, anuncios, proyecciones...). La mentira es el relato, contado como cierto, de lo que nunca sucedió. La salud del rey no era buena, que es lo que quedó dicho. Lo que pasó es nada, –si esta vez es verdad– pero la Casa Real mintió o no desmintió. Si mienten sobre nada ¿Qué harán sobre algo?

Salud y buena encarnadura a todos.