Habrá sido Obama o la reprimenda de la Unión Europea a quien ocupa su presidencia semestral y ha de dar ejemplo, pero el Gobierno de España ha asumido definitivamente que la cosa está más que regular. Por fin hay crisis, aunque bastante después de que la haya.

Habrá sido el último brote verde tan escuálido como un 0´1% en el que nos cuentan que al fin se ha situado el PIB –aquí, según el Observatorio Económico de Andalucía necesitaríamos estar al menos en un 2,5% del PIB para empezar a crear empleo, por nuestra dolorosa posición de cola–; el denominado "fin de la recesión" habrá sido, o la encuesta que daba cierta recuperación en la tendencia de voto al PSOE, en parte por la lamentable actuación del PP ante los episodios de corrupción que les roen sus aledaños como tiburones amamantados desde chicos en el pecho de una gran gaviota. Habrá sido por eso, quizá, pero un Zapatero cada vez menos valorado ha dado su brazo en público para que Rajoy, el político menos valorado aún, se lo retuerza diciéndole aquello de "te lo dije" con que regañan las abuelas.

En un país que lleva camino de sumar –ojalá no– los cinco millones de parados, y después de que el responsable del Banco de España saliera de nuevo a la palestra para decir que sólo creando empleo se reduce el déficit por el que nos han tirado de las orejas en Europa, el presidente del Gobierno ha anunciado que a partir de enero ya no habrá cheque bebé. Esa medida tan populista como injusta, que utilizaba dinero de todos para regalar la misma cantidad a una madre soltera y en paro, que a una casada en la unión de dos apellidos ilustres que atesoran patrimonio suficiente para construir una amplia red de guarderías públicas, tan necesaria en una ciudad de seiscientos mil habitantes como ésta, por ejemplo. Tampoco habrá ya 400 euros de menos que pagar en el IRPF, aunque luego hubiera que devolverlos, ni todo ese trapicheo electorero que se nos vendió como una inyección de liquidez necesaria para estimular el consumo cuando se suponía que en la oración de las españas no se sustantivaba la palabra crisis.

También ha anunciado un vencido Zapatero frente a un no victorioso Rajoy –chapuz de líderes políticos para un país en crisis–, que se congelarán las pensiones, de las más bajas de Europa. Lo de Grecia estaba claro, pero España no es país para viejos. Y lo será menos, con la ley de dependencia tocada. A los "terroristas financieros", Griñán dixit, se les ha puesto a huevo la depredación fácil de la deuda pública de un país en duda. El nuevo neoliberalismo rampante, cuyos ejecutivos ejecutores se están afilando los dientes en esta crisis donde los políticos –"como siempre", me lo decía este Día de Europa pasado José María Gil Robles, quien fuera presidente español del Parlamento Europeo– no han hecho casi nada cuando era necesario sino cuando ya era urgente. Ejecutores que se van de rositas, también "como siempre".