Ya sé quién es José Mourinho. Al final, importándome una mierda, acaba uno, el más tonto, aprendiéndolo. No hay forma de escapar de tipos que salen en los informativos y en vídeos doblados en programas de humor y hasta merecen debates en los deportivos. Como soy simple, y más en cuestiones de fútbol, me quedo sólo con lo que me llama la atención, lo que va a cobrar el entrenador portugués, entre pitos y flautas más de diez millones de euros, es decir, más que el Jefe del Estado. Don Juan Carlos ha de llegar a fin de mes estirando el pobre los ocho largos milloncillos que le damos para todo el año, sin contar que sus viajes, gasofa para su flota de carros, mantenimiento de palacios, y cenas de alto copete se las pagamos aparte para que el hombre no tenga que arañar la magra nómina. El Rey ha dicho que le recorten el pienso para el año que viene. Gracias.

El tal Mouriño no. Ah, la iglesia católica, que ya mismo empieza a dar la brasa para que hagamos la crucecita del niño Jesús en lo de Hacienda, seguro que tampoco, es más, en fin, ya me entienden. He visto al tal Mouriño con Jorge Valdano en su presentación al Pueblo Vociferante que llena los estadios, y aunque el símil es obvio y manido, es lo que hacían en Roma con los entrenadores de las mejores escuelas de gladiadores tal como nos recordó una magnífica película documental hace unos días en La 2 presentada por Leonardo Sbaraglia. El tal Mouriño es un tío guapo, dicen que con malas pulgas y una lengua de fuego, pero en la presentación ante las cámaras, y en otras imágenes que he visto de él, no sé, ganará un huevo, pero es más serio que un ajo y tiene cara de malafollá. ¿Adónde quiero llegar? Ni lo sé. Tal vez el Pueblo Vociferante saque conclusiones.