La subida de la luz en el mes de julio es el nuevo varapalo que acecha a los ciudadanos en este vía crucis de recortes provocados por la crisis. Mariano Rajoy, que no desaprovecha oportunidad para cazar cualquier voto perdido, se quejó en el Congreso, y con razón, de que el incremento de la factura eléctrica va a mermar, aún más, los pelados bolsillos de los españoles que ese mismo mes verán como les sube el IVA.

El foro para un debate sobre el coste de la energía no era la sesión de control al Gobierno, ni los tres minutos de duración de las intervenciones el tiempo adecuado para profundizar en materia tan farragosa, pero al líder de la oposición le bastaba con poner en evidencia que Zapatero es culpable de que los trabajadores pierdan derechos y dinero. No por nada el PP se ha autoproclamado el partido de los trabajadores.

Tal es su entusiasmo populista-proletario que la vicepresidenta De la Vega no descartó que abrazasen el «marxismo-leninismo» como ideología. La alcaldesa de Cádiz tampoco se mordió la lengua y recordó a la bancada socialista que para travestismo el suyo, ya que al firmar el decreto de los recortes sociales habían abjurado de todos sus principios.

Volviendo a la factura eléctrica; no quedó claro si la subida, que Zapatero calificó de «razonable», para los hogares y las empresas, y a la que habrá que sumar los dos puntos del IVA, va a suponer otra «cuesta de enero» en agosto para satisfacer a unas empresas eléctricas ampliamente subvencionadas.

Porque es verdad lo que dijo Rajoy: que determinadas renovables, como las solares, han recibido primas y subvenciones insostenibles, con compromisos a veinticinco años que no son rentables y que han acabado pagando los de siempre. Pero también es cierto que el PP nunca se ha querido sentar en una mesa para afrontar la política energética y hacer un debate en profundidad sobre un sector clave para el futuro económico de este país.

Mientras crece nuestra dependencia energética del exterior y las renovables no tienen capacidad de convertirse en alternativa al petróleo, el debate sobre la continuidad de las centrales nucleares se perfila, cada día, como más urgente. Sobre todo porque, de momento, sigue siendo la energía mas barata, si no tenemos que comprársela a Francia para evitar las centrales en nuestro suelo.

O se decide qué energía queremos o seguiremos pagando la luz a precio de oro.