Sobre el famoso supermercado de alto nivel que se va a colocar en en la esquina del Puerto hay varios matices que no entiendo, varias preguntas que me gustaría formular: ¿Por qué es mediocre u hortera un supermercado y no una peluquería, una juguetería o una zapatería, que también quieren instalarse allí legítimamente? ¿Si el uso del muelle 1 es comercial, si se restringieron los locales de copas o de movida nocturna y los multicines, si hay 14.000 metros cuadrados destinados a ello, qué negocio que busque una rentabilidad es el que hay que abrir? ¿El súper por sí solo estropeará todo el conjunto diseñado? ¿Qué se quiere decir cuando se arroja el desafío de que tenemos que ser ambiciosos con el Puerto, veinte años después de ideas absurdas y polémicas baldías, y sin aportar alternativa alguna?¿Por qué si casi todo el mundo –me refiero a portavoces políticos, sociales y económicos de la ciudad– está en contra de esta idea no se impide su ejecución? ¿Será que es un debate artificial? ¿Por qué se optó por la privatización de la gestión del muelle si luego vamos a poner peros a todo lo que se propone? Queremos un uso ciudadano y cultural del Puerto pero que lo pague otro, un polo de atracción turístico por infusión divina sin hacer grandes esfuerzos y también un gran centro de integración ciudadana porque es lo que siempre hemos soñado. La mayoría de las razones que he ido oyendo en contra del supermercado, ese demonio que parece que acabamos de descubrir, son casi pueriles y parece que se han lanzado para salir al paso de las preguntas de los periodistas: que si así no podemos optar a la Capitalidad Cultural (¿por qué?), que se baja el listón (¿qué listón, el que pone la concesionaria a la que le hemos encomendado el uso comercial?), que se reirán de nosotros (sin comentarios), que no hacen falta tiendas de este tipo (¿de qué tipo entonces?), que nadie pondría un súper en la Alcazaba (ni una óptica, ni una tienda de bisutería ..., como las que se han previsto en el muelle1), que se debería crear otro tipo de instalación (¿cuál?). El proyecto de la concesionaria depende en buena medida de la implantación del supermercado de Carrefour. Los negocios están sometidos a la ley de la oferta y la demanda y si esta idea no es rentable para nadie, desaparecerá y será sustituida por otra. Los diseños de otros puertos no han sido definitivos desde sus principios. Van evolucionando, aprendiendo de sus errores y adaptándose a nuevas necesidades como ha pasado en Barcelona y en Valencia. Es poco realista pretender importarlos tal cual están a Málaga. Necesitamos un arranque. ¿Hay un plan B?