Inundados de caras alegres, de gente regalando sonrisas a diestro y siniestro, banderas de España y, por supuesto, sin complejos. ¡Es el deporte! Millones de personas que contienen la respiración al unísono, que saltan de alegría y gritan al mismo tiempo. Conocidos y desconocidos se abrazan celebrando. Es un proyecto compartido.

El fútbol, deporte rey por la sencillez de sus reglas y la facilidad para ponerlo en práctica, está haciendo milagros. En todo el mundo, con dos piedras a modo de portería y una bola de lo que sea, se juega y se sueña.

Es curioso que los grandes del deporte, en un momento de esplendor deportivo como el que vivimos en España, reúnan las virtudes que cautivan: prudencia, capacidad de trabajo y sacrificio, compañerismo, humildad. Escuchar unas declaraciones de Gasol, Nadal, Iniesta o Villa, pese a su juventud, su muy holgada posición económica y gran fama, es edificante. La elegancia de Del Bosque respondiendo a las críticas es simplemente ejemplar.

Por eso la selección enamora, y no sólo por el excelente juego de equipo que desarrolla en el campo.

Pero hoy quiero destacar lo humano, por el contraste que me producen las declaraciones de cualquiera de ellos, todos de rabiosa actualidad con lo desagradable y frustrante de ver las reacciones de personas como Montilla, todo un presidente de la comunidad autónoma de Cataluña o Mas, candidato a sucederle. Ambos irrespetuosos con las leyes y las instituciones, amenazando como críos con sacar a la calle a los que se dejan convencer por interesados y trasnochados planteamientos, porque no les dan la razón al cien por cien. Sólo el 95% de un Estatuto desafortunado que refrendó el 30% de los catalanes, a pesar de las ingentes cantidades de dinero gastadas en propaganda. Lo triste es que en el fondo están satisfechos, pero es la excusa para seguir pidiendo más. Es cansino.

Son la cruz del ser humano, egoísmo, engreimiento, maldad.

Lo mismo me produce estos días oír a los representantes sindicales, azuzando la huelga salvaje del metro de Madrid porque les reducen un 2,5% los salarios. ¿Por qué no a ellos?, al resto de los funcionarios un 5%, hay 4.600.000 parados oficiales, 300.000 empresarios que han cerrado sus empresas, se han quedado en la calle sin indemnización alguna y sin derecho a desempleo, ¿Y los empleados del metro de Madrid no pueden contribuir con un 2,5%?

Definitivamente hay cara y cruz en el ser humano. Algunos se empeñan en mostrar más una que otra. Pero hoy volveré a disfrutar con la cara, con un grupo de españoles que juegan cumpliendo unas reglas y, ganen o pierdan, nos harán sentir, con alegría o pena, dentro de un proyecto común.