Sientes el mismo latido que tu vecino viendo a la Roja, ese que todas las mañanas abandona el bloque ¡a las siete¡ dando un portazo que retumba en la escalera. De repente te reconcilias con el niño que juega al balón en la plaza, parece que lo hace en el salón de tu casa (antes nos obligaban a la siesta), pero lo ves estos días del mundial desde la ventana con la camiseta roja y piensas que es un angelito que puede ser futuro banquillo, y lo miras y sonríes. Nos hacía falta ya sentir esperanza, calor común, incluso olvidamos los 600.000 mil euros de prima por hacer, lo que tienen que hacer, jugar bien. Sí, nos hacía falta, ya se nos había olvidado el «yes, we can».

Llevo demasiado tiempo sintiendo en el alma las palabras machadianas, casi resignada, «...una de las dos Españas ha de helarte el corazón». Sí nos hacía falta, llevamos demasiado tiempo orillados unos y otros en pensamientos y actitudes que nos sitúan en la desesperanza, interpretaciones estadísticas torticeras, creando un monstruo social que devora el consenso, el diálogo, el acuerdo. Y así realmente es complicado construir futuro, plantear de manera serena el futuro sostenible del Estado de Bienestar.

Y sí podemos, ahora que parece que el cielo se cae sobre nuestras cabezas, ahora que hemos terminado nuestro romance, desliz diría yo, con el consumo desmedido desbaratando valores, cambiando nuestros hábitos, creo que podemos. ¿Hemos olvidado ya cómo se ideó el sistema de protección social que iguala oportunidades? Lo hicimos en la década de los ochenta con una crisis de calado internacional, una reconversión industrial, conformando el estado de las autonomías y además haciendo la ley de bases de régimen local, o sea construyendo Estado, por eso, porque se hizo a conciencia, hemos podido en el 2007 identificar la dependencia como un nuevo riesgo social e incluirlo en nuestro sistema de prestaciones, asegurando que llegue a quien tiene derecho, para ello liberamos desde la Junta de Andalucía presupuesto con seis meses de antelación a los ayuntamientos.

Porque lo sé puedo relativizar esos titulares vomitados en fin de semana denostando el sistema de bienestar, su funcionamiento y su filosofía, a propósito de filosofía, decía Aristóteles que «la esperanza es el sueño del hombre despierto», pues yo mujer y despierta, pienso en otros titulares aunque no se escriban. La crisis hace que nuevos perfiles ciudadanos se acerquen a los servicios sociales, porque tenemos un sistema de protección al que se pueden acercar: es para todos los que lo necesitan. Tenemos un sistema que crea esperanza porque hace que las familias comprometidas acojan de urgencia a un menor antes que ingresarlo en un centro, porque hemos hecho una ley de mediación familiar para evitar que los desencuentros tengan que ser resueltos a través del juzgado, y si el titular es sobre la sustancia tóxica se consume más, me acuerdo de lo que invertimos en volver a conciliar al drogodependiente con su entorno y que su esfuerzo, aun en época de crisis pueda ser valorado a través de empresarios/as que los acogen con un empleo y nos demuestran que hay que seguir invirtiendo en el programa Arquímedes. Podría enredarme en programas y cifras que avalan el convencimiento que tenemos en las políticas sociales.

Igualar oportunidades implica gasto social, pero también invertir en esperanza, creérselo de verdad y no sólo reclamarlo, esa convicción nos mueve a los hombres y mujeres socialistas, por eso, trabajamos en un estado de bienestar sostenible en tiempos de crisis y en prepararlo a la vez para el futuro.

Qué facilidad tenemos para alimentar una esperanza deportiva y qué nos cuesta sostener una esperanza social. Si ganamos yo también saldré a la calle a celebrarlo. Todos los días celebro la victoria sobre el modelo liberal del sálvese quién pueda.

Hoy todos/as con la Roja.