La multitudinaria manifestación de Barcelona contra la sentencia del Estatut expresa un malestar por la sentencia del Tribunal Constitucional y viene a reclamar otra forma de relación de Cataluña con España, con el soberanismo en la calle. No verlo puede ser mucho peor que asumirlo, sobre todo para quienes tiran de un lado, a favor de la recentralización del Estado, al amparo de la crisis. En ese sentido, no parece ir muy lejos la valoración de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, cuando dice que la manifestación no representa lo que opina el pueblo catalán, y tiene más cordura la interpretación de su jefe de filas, Mariano Rajoy, al asumir que de todo lo que ha ocurrido después de la sentencia del Constitucional hay que sacar algunas lecciones para aprender de cara al futuro. Es evidente, como interpretó el presidente catalán, José Montilla, que la sentencia del TC debilita la unidad de España y hace un gran favor a separatistas y separadores.

Los catalanes se manifestaron este fin de semana pero cuando hablarán, de verdad, será en sus elecciones de otoño. La salida no es fácil de encontrar. Plantear un nuevo Estatut parece descabellado y la secesión es inviable legalmente, de modo que solo queda la negociación bilateral con el Gobierno, algo que se supone que hará el ejecutivo catalán que salga de las elecciones de este otoño, en cuya precampaña afloran las tentaciones soberanistas de CiU, quizá tácticas pero más acentuadas que nunca.

La búsqueda de una solución estable es un reto de altura, tanto para Cataluña como para España; es decir, tanto para el PSOE como para el PP. Vista la situación desde Cataluña, solo las próximas elecciones podrán aclarar el peso de sus fuerzas parlamentarias, entre las que CiU parece tener todo a su favor para recuperar el poder y definir, a partir de ahí, una nueva agenda política que en España seguramente también gestionará un gobierno distinto. En algún momento, nacionalistas y populares acabarán viéndose las caras sin alborotar, sino buscando soluciones, que a fin de cuentas es para lo que están.