El debate sobre dónde debe estar la sede de la hipotética gran caja andaluza no ha hecho más que empezar, por mucho que digan. Y tiene su lógica. No puede tratarse como algo secundario en el proceso y no es justo que se califique de cateto el empeño de los malagueños por no resignarse a perder otro de sus principales activos. Los localismos siempre se han regido por la ley del embudo. La parte ancha es la más competida. ¿Málaga o Sevilla? Pues mire usted, ya me dirá. Nos hemos pasado media vida criticando la indolencia aparente de esta tierra y cuando por fin nos revelamos ante la presumible pérdida de la sede de la principal entidad financiera en caso de que Unicaja se fusione con Cajasol, van y nos llaman catetos. Y nos lo llama la alcaldesa de Fuengirola, Esperanza Oña, que se supone que es de aquí. Y, por primera vez, y eso más que histórico es milagroso, Salvador Pendón, presidente de la Diputación, está de acuerdo con ella. Que también se supone que es de aquí. Y luego está la insistencia de la Junta. Algo huele a podrido en la operación. Es lógico que esté la mosca detrás de la oreja. Pues si va a ser así, mejor cada uno en su casa y Dios en la de todos. ¿No? El alcalde Francisco de la Torre ha ejercido como tal y siempre ha mostrado una postura coherente e incluso desafiante con las directrices de su partido en Andalucía.

Siempre se ha alabado la capacidad del sevillano por defender lo suyo. Mientras que en Málaga un detrito canino no deja de ser una «mierda», con perdón de la expresión, en Sevilla es un excremento. Realmente es admirable, lo digo en serio. Se venden como nadie, que ya se sabe que Sevilla tiene un color especial y se lo creen. Hasta sus temperaturas estivales son fantásticas.

Siempre he estado de acuerdo en la necesaria y próspera alianza estratégica de ambas ciudades y lo mantengo, en beneficio de una región como Andalucía, maltratada históricamente y de forma burlona. Por cualquiera, además. Pero dentro de esa colaboración es necesario que exista una auténtica descentralización. Y si la fusión es irreversible y ha iniciado un camino sin marcha atrás, que se tenga en cuenta, desde el principio, quién es quién y cuáles son los valores de cada uno y la posición inicial de cada caja en cuanto a ratios financieros. Y si no, pues yo opto por encasquetarme la boina hasta las cejas. O también le podemos preguntar al pulpo Paul, a ver por cuál se decanta.