Todo está conectado con todo, claro, pero algunas cosas, dentro de esa conexión general, tienen una vida propia tan intensa, y se aprietan tanto contra sí mismas, que funcionan como un agujero negro: lo absorben todo y atesoran la luz. Yo veo así el fútbol, y por eso me parece ingenuo pensar que el triunfo español influirá en la economía. Hace mucho ocurrió algo así con la política, pues se decía que el fútbol era franquista, y actuaba como adormidera de la clase obrera. La izquierda detestó el fútbol hasta que en los 70 la gauche divine catalana descubrió (mismo error desde el otro lado) que el Barça era más que un club y estaba preñado de nacionalismo. Entonces la izquierda volvió al estadio, en cada región a su placenta local. Falsa idea, la de que la luz del fútbol se proyecte en la política o la economía. El fútbol tiene vida propia, y lo demás le es ajeno. El fútbol es el que es.