Me preguntan ciudadanos en la radio. No comprenden cómo Villanueva de la Concepción está ya en la lista de los municipios relacionados presuntamente con la corrupción urbanística, con un ayuntamiento que aún no tiene ni alcalde electo, sólo un presidente de gestora provisional. Aunque esto último no es de extrañar, ya que casi no llega al año de emancipación jurídica de Antequera el reciente pueblo 101 de Málaga. En cuanto comentó mi compañera de la información regional la detención por la guardia civil del joven alcalde gestor y de un profesor de la Universidad malagueña, algo nuevo en lo tristemente acostumbrado, impactó en algún oyente.

Ha sido tan pronto todo, apenas constituido el pueblo democráticamente, aún a la espera de las próximas elecciones del año que viene, que era fácil que se sintiesen sorprendidos por la cantinela habitual del cohecho, el tráfico de influencias y el resto de las figuras delictivas que en lo consuetudinario ya se asocian a la denominada corrupción municipal. «Ha sido llegar y topar», han pensado algunos ciudadanos desencantados, aunque no haya sido exactamente así ya que el ahora municipio existía administrativamente antes, aunque adosado al ayuntamiento antequerano. Quienes sienten rabia son ciudadanos cansados pero que se preocupan cuando se deteriora la sociedad en la que viven. Ciudadanos que no están atrapados de manera diaria e hipnótica frente a la peor programación alienante de algunas cadenas de televisión, durante horas, armados con cierto distanciamiento empírico y/o intelectual de la tontería rosa y la falsa provocación moral de la basura televisada. Ciudadanos a quienes no les termina de brillar el sistema a la hora de atajar estas corruptelas; estos asuntos del bolsillo insaciable que ponen a todo el sistema en tela de juicio por la voracidad particular de quienes se aprovechan de él en su propio beneficio.

Pero me he enterado de que el joven casi alcalde ha salido sin fianza tras el mediático arresto. Y he visto la detención del profesor presuntamente implicado en la supuesta trama en la Universidad (institución que para mí tiene algo mundanamente sagrado). La he visto en un vídeo en internet al alcance de cualquiera. Me ha producido verdadera pena y dolor ajeno verle entrar esposado en el vehículo policial, por ahora inocente. Y aunque se demuestre en su momento que fuese culpable de los asuntos éticos y económicos de los que se le acusa, no acabo de encajar la imagen, que creo como en otras ocasiones innecesaria. He sentido cierta rebeldía incómoda, lo confieso, al ver el coche de la Guardia Civil taponando la puerta de entrada a la facultad de Derecho, por donde sólo se entra a pie y armado de libros y apuntes que hablan, precisamente, de Derecho Penal, Procesal, Civil o de Filosofía del Derecho, ésa asignatura que lleva en su vientre académico la vieja tensión entre Justicia y Libertad.