Zapatero en estado puro: «No estamos tan mal», dijo en el acto de su décimo cumpleaños al frente del PSOE. Y remató: «Estamos mucho mejor de lo que parece y lo váis a vivir». No hacia falta que en su discurso hiciera expreso reconocimiento del proverbial optimismo que le adjudican propios y extraños.

Tampoco entró en detalles, pero su discurso sintonizó con los mensajes cuidadosamente elaborados en el vídeo difundido para la ocasión: «Con tu compromiso, seguimos en el camino» y «Con tu forma de ser y de gobernar, después de diez años, sigues en el camino». Como pista para descifrar el futuro de Zapatero a corto y medio plazo no se puede ser más explícito.

Aviso para navegantes, heraldos del hundimiento y pregoneros de la cuenta atrás. Pueden acertar. Las circunstancias conspiran en esa dirección. Pero los mensajes contenidos en ese vídeo y la propia intervención de Rodríguez Zapatero, a última hora de la tarde del jueves, no suenan a evasión o despedida. Esta vez sin el consabido baño de multitudes en el coso taurino de Vista Alegre. Sin embargo, no menos triunfalistas de lo que permite una crisis económica que agobia a quien lidera el PSOE desde hace diez años y el Gobierno desde hace más de seis.

Los socialistas estuvieron en familia, bajo la mirada petrificada de Pablo Iglesias, el abuelo, que reina en el hall de la sede central del PSOE, en la madrileña calle de Ferraz. El lugar más indicado para poner buena cara al mal tiempo: «Estamos unidos, somos leales y tenemos cohesión», dijo Zapatero a la gente de su partido con la esperanza de hacerlo llegar a su electorado, aún perplejo por unas recientes decisiones del presidente del Gobierno que, entre otras cosas, le han costado la huelga general convocada por los sindicatos para el próximo 29 de septiembre.

Dicho todo lo cual, se impone un balance. Pero, atención, sin cierre, porque no parece que Zapatero esté a cinco minutos de tirar la toalla sino todo lo contrario, como coinciden en afirmar los periodistas que, durante la celebración del décimo aniversario de su llegada a la secretaría general del PSOE, tuvieron ocasión de departir informalmente con el presidente del Gobierno.

En el camino recorrido ya (cuatro años de aspirante frente a Aznar y más de seis de titular frente a Rajoy) quedan decisiones que han supuesto notables avances en materia social o han sintonizado con la sensibilidad de la izquierda. Desde la retirada de Irak hasta la nueva regulación del aborto. Con logros irreversibles como el matrimonio homosexual, el divorcio «express», la mejora de las pensiones o la Ley de Dependencia.

Entre las sombras, la falta de carisma, una desastrosa política de comunicación o el bajo perfil de sus ministros. Y en cuanto a la gestión de los intereses generales, un agujero negro: su desidia a la hora de abordar las reformas que necesitaba nuestra economía cuando reinaba la bonanza. Ahora las ha tenido que decretar a toda prisa y bajo sospecha de improvisación.