De nuevo el Ministro de Fomento nos ha recordado la difícil situación en la que se encuentran las arcas públicas. El plan de ajuste presupuestario anunciado por José Blanco en materia de infraestructuras nos llena de incertidumbre cuando acariciábamos la tregua veraniega. Ni por esa nos libramos.

Está claro que se acumulan las malas noticias, y conviene a buen seguro espaciarlas en el tiempo. El otoño promete ser complicado y tenso, económica y socialmente hablando. Y el Gobierno lo sabe.

La obra pública está de capa caída. Es curioso que el sector más pujante en los últimos años de nuestra economía tiemble de miedo en estos momentos, como consecuencia de los recortes anunciados. Tanto empresarios como sindicatos coincidimos en que el tijeretazo de más de 6.000 millones de euros de inversión pública en dos años, acabará en nuestro país con más de 100.000 empleos.

La segunda ronda de circunvalación de la capital, la A-7 entre Nerja y Adra, la segunda pista y los accesos norte y sur del aeropuerto, la línea de alta velocidad de Bobadilla a Granada o el soterramiento de la travesía de San Pedro de Alcántara son algunas de las actuaciones que el Ministerio actualmente, tiene en ejecución en la provincia. Hay quienes se contentan en pensar que no afectará en ningún caso esta medida al desarrollo de las obras. Que Málaga se salvará de esta paralización. Tengo serias dudas. Habrá que esperar a conocer la respuesta en los Presupuestos Generales para el año que viene y su repercusión en nuestra tierra.

Confundimos el verbo paralizar con retrasar. De eso ya sabemos por estos lares. Somos Catedráticos de la paciencia. A saber: el saneamiento integral de la Costa, las infraestructuras hidráulicas para garantizar el abastecimiento de agua o el corredor ferroviario de la Costa del Sol, son buenos ejemplos de insoportables retrasos. Al menos el destino ha jugado por esta vez a nuestro favor. Las principales infraestructuras desarrolladas en los últimos años, AVE y aeropuerto, ya están en funcionamiento por escaparse temporalmente a la crisis.

Lo más preocupante es que, a tenor del descenso en licitación registrado en el presente año 2010, Málaga no tiene ahora mismo en cartera nuevos proyectos en fase de gestación. Una provincia que ha sido muy dinámica en los últimos años, necesita de ideas en redacción que garanticen actividad en su desarrollo, a la vez que ser punta de lanza en infraestructuras y servicios. Proyectos que requieren un espacio-tiempo necesario para ser realidad. De esto, nada de nada.

Existen nuevas modalidades de contratación en inversión pública, como es la «Colaboración Pública-Privada», planteada y demandada en reciente Jornada por la Asociación de Constructores y Promotores, miembros destacados de la CEM y que merece la pena estudiar en profundidad por su alto interés.

En fin, el escenario es inquietante y todo o casi todo, por confundir inversión productiva en infraestructuras que generan empleo y riqueza, como una partida más del gasto público. Mal andamos cuando los responsables de cortar la cinta de un tramo de autovía a inaugurar, renuncian a ello, vísperas de elecciones el próximo año. Cuestión de tijeras.