Las vacaciones no son siempre placenteras. Hay veces en las que se convierten en una auténtica pesadilla de la que no se puede despertar. Esto es lo que debe de sentir la familia Gálvez ante la tragedia ocurrida en Turquía, en donde Paloma Gálvez, nieta de Miguel Gálvez Ginachero y una de las propietarias del Hospital Gálvez, perdió la vida entre llamas cuando celebraban el septuagésimo cumpleaños de su hermana en un crucero de lujo. No es la primera familia malagueña de renombre que protagoniza un accidente náutico, y me remonto a 1858 cuando Trinidad Grund perdió a sus dos hijas en un naufragio, ocasionado por la colisión de un barco inglés contra su velero, Río Miño. Trinidad iba con su hermana, María, y con varios miembros de la familia Martín Heredia. Trinidad Grund quedó tan tocada por el fatal accidente que pidió ser sepultada con el mismo vestido que llevaba el día del naufragio. Supongo que cada uno tenemos nuestra forma de encarar estas situaciones.

El destino, cuando se tuerce, no entiende de nombres, ni de castas, ni de procedencia. El azar y, en ocasiones, el descuido o una mala decisión puede cambiar la vida a muchas personas, porque las tragedias no se cogen tiempo de relax por mucho que queramos. Esta semana hemos visto cómo una pelea en la cola de un cuarto de baño de un bar de Benalmádena se ha saldado con la muerte del turista John O´Neill en sus primeras vacaciones fuera de Irlanda. Ayer mismo, aterrizaba un avión en Málaga con aviso de bomba y, en el otro lado del charco, en México, cuatro españoles están desaparecidos tras volcar una lancha que cruzaba peligrosamente un río de San Luis Potosí. Y no quiero ni empezar a hablar de la operación salida y de los accidentes de tráfico que cada año tiñen de negro la vida de cientos de españoles, que se ven en la tesitura de poner a sus seres queridos a dos metros bajo tierra.

Al lado de estos casos, que la compañía aérea pierda las maletas, que haya retrasos o que no estemos satisfechos con el servicio o la comida que nos han servido en tal restaurante son simples memeces, vanalidades.

Hay tragedias que uno no puede evitar, pero debemos de reconocer que nos volvemos valientes en temporada vacacional y nos olvidamos de que hay «cosas malas» que suceden.