Parece que por fin se le van viendo las orejas al lobo. De nuevo, tras un intenso ataque mediático al colectivo al que pertenezco, lleno de acusaciones y descalificaciones, en este caso acerca del absentismo laboral, la inmediata presentación de un real (no ficticio) decreto ley para la privatización de los servicios de control aéreo, y el viernes 29 otro real decreto, ahora sobre los descansos. Escuchando las noticias en la radio se entendía que era para disminuir la fatiga del controlador. Sin embargo este decreto, que entre otras arbitrariedades disminuye aún más el descanso de los controladores, se ha basado en la normativa inglesa CAP 670, pero han recogido solo aquellos capítulos que más les conviene y han eliminado los que no les interesa, como son los capítulos referentes a los derechos del trabajador. Los controladores ingleses trabajan una media de 1.400 horas mientras que desde el primer decretazo los controladores españoles debemos trabajar hasta 1.670 horas, todo ello sin ningún acuerdo y sin ningún estudio de prevención de riesgos, cosa que sin embargo desde el Gobierno se impone a todas las empresas de cualquier tipo, ya no digamos en un trabajo tan delicado como el nuestro, donde cualquier merma en tu capacidad de concentración puede ser nefasta. Todo esto inmersos en un clima de gran tensión y justo cuando la empresa y el ministro insisten ante la opinión pública en que son los primeros interesados en la negociación. Mondo cane.

Todo empezó con un feroz ataque mediático sin precedentes, y menos por parte de un Gobierno de tan nombrado talante, argumentando que el servicio de control español era el más caro e improductivo de Europa y la causa de los males de AENA.

Vayamos por partes:

Los altos sueldos. Ni por asomo he cobrado ni estoy cobrando lo que tanto el sr. Blanco y el presidente de AENA, el sr. Lema, airean. Eso en mi caso, y teniendo en cuenta que la torre de Málaga es una dependencia importante, imagínese qué puede cobrar el controlador que trabaja en Granada, Almería, o el resto de las treinta y tantas torres de menor tráfico que Málaga. Hasta febrero de este año, los sueldos estaban inflados ante la falta de personal. Ésta falta, inicialmente se suplía con horas extras, y no con la incorporación de más personal, pero al tener por ley un máximo de 80 horas anuales, no podían asegurar la continuidad del servicio en ciertas dependencias, por lo que la empresa las tenían que enmascarar llegando a acuerdos de ampliación de jornada laboral de carácter voluntario en las dependencias que lo necesitasen, insisto, no todas, (primera ilegalidad de la empresa y primer error de los controladores) Estos acuerdos se fueron quedando cortos ante el aumento del tráfico y la escasa incorporación de personal, y se fueron mejorando las contraprestaciones económicas, siempre por acuerdo entre las partes, llegando la empresa a solicitar la máxima cooperación en épocas de mucha demanda, mandando incluso cartas de gratitud. Aún así, había compañeros que no hacían horas extras, ni firmaron esos acuerdos, o solo se comprometían a un número reducido de horas. Se podría pensar, ¿serían tontos, al precio que las pagaban?, pues sí, serían tontos, pero preferían tener menos dinero y más tiempo libre, ahora tienen el mismo dinero o menos, trabajan mucho más y encima son considerados unos sinvergüenzas.

La productividad, datos oficiales de Eurocontrol, se calcula según unos parámetros que deben ser iguales para todos los países miembros, sin embargo, mientras que para su cálculo sólo se debe incluir los controladores operativos, AENA, a diferencia de lo que hacen el resto de miembros de Eurocontrol incluía el total del cuerpo de controladores, es decir, los que realizan labores distintas a control como la gestión, formación, e incluso prejubilados. Todo esto es comprobable(informes ACE de Eurocontrol). Así, si en vez de dividir las horas de vuelo entre 1.800 controladores operativos se divide entre 2.400 las cuentas no salen ni para atrás. Comparando Alemania y España, cuyos datos son muy similares en cuanto a movimientos y personal, los alemanes salen mucho mejor parados, cuando el espacio aéreo alemán es mucho menor y su media de puntualidad paradójicamente mucho peor.

La edad de jubilación. Se ha repetido hasta la saciedad que los controladores se podían prejubilar con 52 años, sí, y solamente si llevaban más de 30 años trabajando, desde los 22 , requisito que actualmente sólo cumplían menos de 20 personas de un total de 2.400. Lo cierto es que la prejubilación normal era a los 55 años, y sólo si llevabas más de 17 años trabajando, pero no sólo en España, sino prácticamente en todo el mundo aeronáutico. Son recomendaciones internacionales, pero no sólo para control aéreo, sino para muchos tipos de trabajo donde la capacidad de concentración son importantes. Así, para poder trabajar a partir de esa edad se debían pasar reconocimientos médicos mucho más exigentes. Sin embargo, la mayoría del personal, si cumplía con los requisitos médicos, prefería continuar trabajando, y así jubilarse como la mayoría de la población a los 65 años. Paradójicamente, a partir de la nueva ley, los controladores mayores de 57 años que seguían controlando voluntariamente, cumpliendo los requisitos psicofísicos, se han visto obligados a dejar su puesto operativo causando un gran desajuste de personal en sitios tan importantes como la aproximación de Madrid. Muchos de estos controladores se encuentran ahora de brazos cruzados esperando que la empresa le asigne cualquier otra tarea, seguro que ahora son mucho más productivos.

Los males de AENA. ¿Seguro que los males de AENA eran los sueldos de los controladores?, o ¿no habrá sido más bien el despilfarro que ha supuesto la construcción de aeropuertos innecesarios o reformas y ampliaciones faraónicas con presupuestos desmedidos como la T4 de Madrid, que se pasó del doble del presupuesto inicial? Solo el pago de los intereses mensuales de la deuda de AENA son mayores que lo que cobró todo el colectivo de controladores el año pasado, no digamos ya este.

Pero, ¿quiénes son realmente los que están sufriendo las mayores pérdidas de todo este desbarajuste? Las compañías aéreas, que han visto sus gastos de combustible y personal aumentar exponencialmente por las demoras sufridas por la mala gestión y la falta de personal, y al final, los usuarios, que no sólo no verán sus billetes reducidos por las famosas tasas sino que les serán repercutidos todos estos gastos.

Pronto nos enteraremos qué se esconde tras las orejas del lobo, aunque ya será tarde y se habrán repartido el pastel de los aeropuertos. Ya que en estos famosos decretos, tras la cortina de los controladores, se están regulando cosas que a mi parecer son más importantes de lo que yo cobre o deje de cobrar, como es la privatización de esos aeropuertos que tanto nos están costando a todos los españoles.

Como acertadamente dice el presidente del sindicato de controladores USCA, Camilo Cela:

«No le ha importado echar por tierra dignidad de personas, interpretar la realidad de un colectivo de forma grosera y, por último, esclavizar a un grupo de trabajadores con tal de tapar la nefasta gestión de una empresa pública y no asumir, como le corresponde, las responsabilidades que se le suponen».

«Han jugado con la seguridad, han ocasionado gastos a las compañías aéreas y, por supuesto, no le ha importado poner en grave peligro uno de los sectores clave de la economía española».