Mariano Rajoy es un político que no tiene trazas de líder, si entendemos a un líder político como alguien capaz de generar confianza y tirar de la sociedad. Pero que no sea un líder a la vieja usanza no significa que no pueda ganar las elecciones y convertirse en presidente del gobierno. Es más, tiene bastantes posibilidades de ser presidente y no tanto por sus méritos, sino porque los ciudadanos han comenzado a dejar de confiar en José Luis Rodríguez Zapatero.

Por decirlo claramente, Rajoy puede ganar sin hacer nada por merecerlo. Quizá por eso el jefe de la oposición ha optado por ponerse de lado, por no hacerse notar, por procurar ofrecer un perfil sin demasiadas aristas, por no decir ni una palabra de más. Rajoy parece esperar sólo a que caigan las hojas del calendario y llegue el día en que se celebren elecciones generales. Claro que aún falta para eso, nada menos que casi dos años, y ese tiempo en política puede ser una eternidad. Pero, seguramente, su mejor virtud es saber esperar agazapado viendo como el viento va en contra de Zapatero.

Y es que cada vez se percibe con más claridad el cansancio de los ciudadanos respecto al presidente del Gobierno. Un cansancio parecido al que teníamos con Aznar, en que empezó siendo una especie de rumor sordo hasta terminar siendo una explosión en la calle de gente deseando que José María Aznar se marchara cuanto antes. Ese cansancio, esa saturación de Zapatero, empieza a aflorar, aunque desde luego no con la virulencia que se dio con Aznar, que además, para colmo, decidió, en contra de la opinión mayoritaria de los españoles, meternos en la guerra de Iraq de hoz y coz.

La verdad es que en cuanto a líderes que despierten entusiasmo, la política española no está para echar cohetes. Ahora mismo, ni Zapatero despierta confianza ni tampoco Rajoy, y esta situación es un tanto insólita y desesperanzadora. Si echamos la vista atrás, nos encontramos con otros momentos en que mientras un presidente sufría desgaste enfrente se alzaba un líder que despertaba confianza y, sobre todo, esperanza. Sucedió con González respecto a Suárez, e incluso con Aznar respecto a González, y desde luego con Zapatero respecto al tandem Rajoy-Aznar. Sin embargo hoy nos encontramos con que los dos políticos principales no concitan ni entusiasmo ni confianza, ahí están las encuestas para confirmarlo.

Quizá por eso, los asesores de Rajoy le mantienen en un segundo plano, agazapado, a la espera del momento en que se celebren elecciones generales, y los ciudadanos por cansancio le voten a él aunque sea sin ganas, sin entusiasmo, simplemente por ver si con el cambio algo se mueve para mejor. Así está la política hoy, pero ya digo que faltan casi dos años y en dos años pueden pasar muchas cosas, incluido que no sean candidatos ninguno de los dos. Ya, ya sé que es casi imposible, pero ¿quién sabe?