Zapeando entre canales la otra noche me topé con esa especie de documental-homenaje-oda a ese personaje televisivo llamado Belén Esteban. La madre de Andreíta, la ex de Jesulín, y esa mujer que no para de gritar sandeces y obviedades cuando le entregan un cheque y le ponen frente a una cámara de televisión. «La princesa del pueblo», decían, un calificativo que me chirría bastante pues lo compartiría con Diana de Gales, y no vamos a comparar... Una mujer que, según los estudios que han realizado sobre ella –sí, hay gente que ha dedicado tiempo y dinero a estudiar lo que dicen que es el «fenómeno Belén Esteban»–, tiene carisma político y hasta sería votada por cerca del ocho por ciento de la población. A parte de hacerme pensar quién en su sano juicio daría su voto democrático a la Esteban para gobernar algo que no sea su propia casa, por un momento imaginé que optaba a las municipales. La veía en el PIF (Partido Independiente de la Farándula), repartiendo camisetas por la Carretera de Cádiz con el lema «yo, por mi hija y por la Capitalidad, ma-to», y yendo a la Palma-Palmilla para aleccionar a ciertos vecinos que, en vez de criar gallos de pelea, los animalitos harían un buen caldo de puchero. Me imaginaba la cara que se le quedarían tanto a María Gámez como a Francisco de la Torre y a Pedro Moreno Brenes: el debate sobre el Plan Especial del Puerto adquiriría otro tono más amarillista (aún) y, a la primera de cambio, demanda que te crió y a los tribunales. Eso sí, Málaga se conocería en todos los rincones del país gracias a los medios del corazón, que la perseguirían por la calle Larios y aledaños esperando sacar alguna necia declaración sobre su ex y la Campanario mientras ella, en campaña, intentaría sentenciar algo lapidario como «mi máxima preocupación es hacer que los libros de texto sean totalmente gratuitos para las familias necesitadas». Después de cierto tiempo montándome la película en la cabeza me di cuenta de que esa ficción no se aleja mucho de la realidad: los medios de la farándula calientan las cámaras para «Malaya» y, ya puestos a hablar de tribunales, ahí tenemos a Ignacio Trillo en su cruzada por las primarias. Rondamos ya el amarillismo político y no estamos ni en precampaña, por lo cual me puse a pensar: ¿Votaremos al mejor o al menos malo? Quizás sería bueno que viniera la Esteban, tendríamos más opciones...