Isofotón y sus 700 trabajadores vuelven a sonreír de la mano de su nuevos propietarios, el grupo español Affirma y la coreana Top Tech, y con su flamante presidente, Ángel Luis Serrano, que tomaron las riendas de la empresa el pasado mes de julio. Tras dos años de travesía en el desierto, purgando los errores de cálculo y de estrategia cometidos por la anterior cúpula directiva, la esperanza ha vuelto a una compañía con casi 30 años de historia y muy querida en Málaga. Sus orígenes nos recuerdan lejanamente a las gestas de Ángel Nieto en el motociclismo, ya que Isofotón surge como un brillante proyecto tecnológico y de energías renovables en los años 80, cuando el modelo económico de solyplaya y ladrillo estaba ya en apogeo, arrinconando progresivamente a la industria. Recordemos que fue en los años 80 cuando el profesor malagueño Antonio Luque creó Isofotón como un proyecto spin-off de la Universidad Politécnica de Madrid para desarrollar una tecnología de fabricación de células fotovoltaicas a partir de obleas de silicio. Por fortuna para Málaga, Luque decidió crear la empresa en su tierra y, tras una ardua labor persuasiva, logró convencer a una docena de empresarios malagueños para que invirtieran en su visionaria idea. Con un capital de unos 24 millones de pesetas de la época nace Isofotón, que comenzó a labrarse un prestigio por su excelente labor en el terreno de la electrificación rural en países en vías de desarrollo, sobre todo en Latinoamérica y en África.

No sin dificultades, la empresa fue quemando etapas (Luque, más sabio que empresario, abandonó el proyecto) y acabó tutelada por la Junta de Andalucía, hasta que en 1997 pasó a manos del Grupo Bergé. Llegaron entonces los años de auge: en el año 2002 recibe el premio Alas a la Exportación de la Junta y el premio Príncipe Felipe a las Energías Renovables y a la Eficiencia Energética. La empresa se convierte en la novena firma de energía solar del ranking mundial y en la segunda a nivel europeo. En 2006, la empresa se traslada de su obsoleta sede en el polígono de San Luis a las modernas instalaciones del Parque Tecnológico de Andalucía (PTA), que fueron inauguradas por el rey Juan Carlos. La facturación de 2007 alcanzó unos alucinantes 300 millones de euros, multiplicando por once los 27 que se facturaron en 2000. Todo parecía ir como la seda, pero ¡ay!, las cosas se torcieron cuando el mercado nacional de las energías renovables, por el que Isofotón había abandonado su sólida posición exterior, se paró.

Del cielo del éxito se pasó entonces al goteo de despidos, las astronómicas deudas y el infierno de dos ERE consecutivos para toda la plantilla. Bergé accedió a dejar a Isofotón libre de deuda si aparecía un comprador, y las gestiones de la Junta fructificaron finalmente en la oferta del consorcio Affirma-Top Tech. Tampoco el Gobierno andaluz se podía permitir el lujo de que se fuera al traste la que había sido su buque insignia tecnológico, con generosas ayudas públicas. Sea como sea, Isofotón vive y el sueño del malagueño Luque continúa. Enhorabuena.