La integración del cauce del río Guadalmedina en la ciudad para uso ciudadano ha sido un debate muy recurrente en Málaga durante muchas generaciones, y ha dado lugar a todo tipo de pronunciamientos. El mes de junio pasado tuve la oportunidad de defender en esta columna la desaparición del cauce como espacio separador con el fin de que se convirtiera en un elemento integrador siempre que fuera factible desde el punto de visto técnico y económicamente viable.

Ya disponemos de un informe que, con matices, considera posible su embovedado y aprovechamiento para uso ciudadano. Ahora falta definirlo y cuantificarlo económicamente, y para ello debemos apartar el Proyecto Guadalmedina del debate simplista y visceral e integrarlo en la racionalidad y sentido común para, entre todos, promover un proyecto que permita combinar todas las buenas propuestas.

Ha sido un acierto que la Fundación Ciedes esté ahora liderando el debate. En la reunión del jueves pasado se acordó convocar un concurso de ideas para analizar los distintos usos y posibilidades bajo las premisas de que se garantice la seguridad y el máximo aprovechamiento. Es un proyecto que requiere grandeza de miras, lealtad institucional y ambición porque va a afectar al diseño urbanístico de la Málaga del futuro. Las propuestas que se reciban en el concurso conformarán un Banco de Ideas sobre el Guadalmedina, y serán mostradas públicamente en una exposición que nos permitirá conocer las diversas soluciones técnicamente viables.

Muchos soñamos con que este espacio sirva de unión para los malagueños permitiendo una mayor fluidez y permeabilidad al tránsito de los ciudadanos de un punto a otro de la ciudad mejorando la movilidad y ahorrando costes y tiempo. Además revitalizaría todo el entorno y se podrían implantar nuevas zonas verdes, deportivas, de ocio y culturales.

* Pablo Atencia es abogado