En un contexto cultural cada vez más volátil, resulta necesario volverse aliado de lo imprevisto, aprovechar las corrientes que sorprenden el nado o ser capaz de incorporar el azar a los procesos creativos y productivos de los que formemos parte. Probablemente sea la Arquitectura una de las disciplinas que con mayor intensidad está transformándose, en un necesario acto reflejo ante el cambio continuo de la sociedad a la que sirve. Y así las cosas, lo más inteligente es centrarse en la esquiva naturaleza del cambio, antes que en la foto fija de lo permanente; comprender las pautas de las metamorfosis; apoyarse en ellas, y seguir.

Los arquitectos Acebo y Alonso, invitados hoy jueves por el Colegio de Arquitectos de Málaga, en las II Jornadas de Arquitectura FYM organizadas junto al Grupo Italcementi, parecen mantener en su trabajo esta difícil complicidad con el azar que permite a sus arquitecturas sobrevivir a la incertidumbre. Sus obras responden siempre a nuevas preguntas descubiertas con cada proyecto, que exploran valientemente traspasando las fronteras tradicionales de la forma arquitectónica: un cubo metafísico da forma al Museo Nacional de Ciencias y Tecnología, el proyecto de una Factoría de Biodiesel se presenta como un bosque tecnológico, y una casa se convierte en un estrato más de la topografía del lugar. En sus trabajos se puede intuir la silenciosa simpatía que Victoria y Ángel sienten por las formas de la Naturaleza.

Ser capaz de desarrollar estructuras creativas es una de las principales necesidades de toda sociedad. Redes de individuos que se vuelven más inteligentes, más creativos y más útiles, estimulados por el pensamiento compartido. Como docentes de la Universidad Europea de Madrid, Acebo y Alonso desarrollan junto a sus alumnos nuevas líneas de investigación con las que posicionarse frente a una realidad mutante. No vale simplemente dejarse llevar por la corriente. Hay que explorarla para comprenderla y desplegar su máximo potencial, conscientes de la necesidad de ofrecer respuestas versátiles que garanticen la subsistencia de las nuevas arquitecturas. André Gidé confiaba en los innovadores «poseedores del porvenir». Yo también. Acebo x Alonso son arquitectura al cuadrado y en sus manos cualquier situación parece siempre multiplicar sus posibilidades. Cuestión de inteligencia compartida.