Los primeros maestros del cine se nutrieron de la vida. Mediado el siglo pasado, la segunda oleada de cineastas se había formado viendo las películas de sus predecesores. A continuación, floreció la generación de los directores educados mediante una dieta televisiva –los hermanos Coen o Soderbergh son el fruto de una sobredosis de televisión de madrugada–. La última rama del árbol genealógico tenía como savia la telebasura, y su producto más depurado es Torrente IV.

Desde la absoluta ignorancia de la técnica cinematográfica, Santiago Segura ha construido el mayor superventas del cine español. Dado que el público nunca se equivoca, la obligada conclusión denuncia a un enjambre de directores pretenciosos que han creado una industria sin consumidores. Para que se entienda, Torrente IV es basura deliberada, pero facilita la coincidencia con el espectador que la prefiere a las indigestas Balada triste de trompeta o También la lluvia.

Al ampliar el foco de la telebasura, Torrente demuestra que el arte está reñido con las buenas intenciones. Las impresionantes cifras de audiencia delatan la proclividad de la población a carcajearse del gañán que amedrenta a una mujer con burka, sin que la coartada cómica permita extraer conclusiones ideológicas. Segura no sólo arremete contra la corrección de los discursos oficiales, consigue además que millones de personas le aplaudan en la denuncia de ese hartazgo. Torrente IV está embellecido por la avifauna al completo de la telebasura, de Belén Esteban a Sergio Ramos pasando por un Matamoros. Con la proliferación de telebridades, el director y protagonista desea curarse de la marginación que tanto atormenta a los bufones. La astucia del director, al detectar que los descendientes de los intelectuales se refugian en los programas de vísceras, puede dañar sin embargo el ego nuclear de Segura. De repente, ha de compartir la gloria con un hormiguero de seres insignificantes, cuya vanidad queda satisfecha al contemplarse en pies en vez de pulgadas.

Buena parte de las telebridades reciben su letal merecido, por lo que Torrente IV es una venganza justiciera donde las profanidades palidecen ante la agobiante concentración de humanidad. Segura ha engendrado una secuela de Slumdog Millionaire con efectos especiales de pacotilla.