Hace años, un conocido ilusionista comenzaba la función veinte minutos después del horario anunciado, cuando los espectadores de anfiteatro, mucho más intemperantes y menos comedidos, tocaban palmas de tango protestando por el retraso. Sólo entonces se alzaba el telón, aparecía el ilusionista, y expresaba su extrañeza por las protestas, porque el espectáculo se iniciaba a la hora anunciada, tal como podían comprobar los espectadores consultando sus respectivos relojes. Las personas que llenaban el teatro miraban los relojes y, en efecto, milagrosamente, las agujas habían retrocedido veinte minutos.

Me acuerdo de esta anécdota de mi juventud, al escuchar a Alfredo Pérez Rubalcaba explicando que no ha existido designación, o dedazo, para ser candidato en las próximas elecciones generales, tal como la mayoría de mis colegas han reseñado en sus artículos y columnas periodísticas. Mis colegas, según el futuro candidato, están equivocados, y lo que existe es un abierto proceso de primarias, donde al señor Pérez Rubalcaba le van a nombrar candidato, pero no por designación, sino porque nadie va a mostrarse como rival de suficiente altura.

Asimismo, nunca ha existido conspiración. Es decir, que cuando Carme Chacón anunció su renuncia a una candidatura que sólo se hizo oficial con el desmentido, y aludió a que deseaba parar una conspiración contra el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, José Luis Rodriguez Zapatero, debieron ser figuraciones o quizás debido a que la ministra de Defensa sufre alucinaciones, desvaríos, visiones o pesadillas, de cualquier manera fenómenos que me intranquilizan, porque nunca es bueno que la ministra que manda en el Ejército esté sujeta a este tipo de deslumbramientos o cegueras. Si por el contrario, quien sufre los espejismos es el vicepresidente del Gobierno, o es el caso que los periodistas toman alucinógenos dan ganas de empadronarse en Andorra.